domingo, 23 de agosto de 2009

El valle de Vivero


Amanece un gélido amanecer en Vivero, días antes de concluir el solsticio de verano

Para aquellos que deseen conocer lo más hermoso de las montañas de Omaña, pero a los que por la razón que sea no les venga bien subir grandes cuestas, una de las rutas que yo recomendaría sería la del valle de Vivero. Creo recordar que no hay un repecho de mención en casi todo el recorrido a lo largo del valle aunque, eso sí, se va subiendo muy suavemente de continuo, porque vamos remontando el cauce del río de Vivero.


Brañas de Vivero, con el gran y valioso abedular de Vivero detrás

Aparcar en Vivero no es fácil, porque no hay un sitio específico, y nunca sabemos si estaremos molestando al aparcarlo junto a una casa, o si obstaculizaremos la maniobra en alguna calle. Yo, por ello, siempre lo aparco unos cientos de metros antes de llegar al pueblo, en un amplio espacio junto a la carretera antes de iniciar la cuesta abajo final. Sea como fuere, una vez a pie, debemos cruzar el pueblo cuesta arriba, pero siempre mirando a la izquierda, buscando la pista, al principio encementada, que sale paralela al río. Una vez que la hayamos encontrado, sabremos que es la correcta porque es completamente llana al principio.


Cabecera del valle de Vivero, desde la ladera del Nevadín

A partir de aquí, ya no hay problemas de orientación. La descripción del recorrido por el valle puede ser soporífera, porque realmente no hay nada destacable que contar. Tampoco soy de la tierra, y no hay ninguna anécdota o historia que yo pueda contar. De nuevo -y no es porque sea familia suya ni lleve comisión- remito al lector al libro de Omaña de Julio Álvarez Rubio, donde se describe Vivero en varias páginas bien ilustradas.

Luna llena sobre el puente que atraviesa el río de Vivero y sube a la laguna de Vivero. La montaña al fondo-derecha es el Nevadín (2.078 m.)

En esta jornada, que empecé al amanecer en un ya frío final de mes de septiembre, decidí acercarme, a mitad de valle, a husmear en la pista que sube a la laguna de Vivero, que ya mostré en una entrada anterior en ruta por el cordal. Numerosos indicios por el valle me confirmaban el hecho que ya había intuido en otras rutas por la zona con indicios menos claros: que el oso pardo anduvo ese año por allí, siendo éste uno de los límites del área de la montaña occidental leonesa que ocupa actualmente, porque al este de Vivero ya no hay bosques. Al llegar a la laguna, me topo con una extraña y simpática visión: docenas de burros negros pastando por la zona. Son -según Vitín de Salientes- los asnos zamorano-leoneses de la finca de El Mular, de Montrondo. No recuerdo haber visto jamás tanto burro junto.


Legión asnil en la laguna de Vivero

De vuelta al valle de Vivero, y ya al final del mismo, hay varias opciones lógicas: seguir la pista a la derecha, que nos sube al cordal de Peña Vendimia, desde donde se alcanza su cumbre con suma facilidad; o tomar el ramal un kilómetro antes a la izquierda, que lleva a Salientes a través del Alto de Vivero, desde cuyo alto se puede ascender al Tambarón o al Nevadín, tomemos la pista de la izquierda o la de la derecha respectivamente.


Nevadín (centro) y Peña Grande (derecha, 2.004 m.)

Pero si incluyo la ruta en este blog, por algo será. Pues precisamente porque no fue por ninguna de esas dos pistas por donde continué la ruta. Me había fijado en dos ocasiones que alguna especie de senda salía de frente, atacando el Nevadín por su ladera más vertical. Que ese sendero fuera a alguna parte o no estaba por ver. Y a eso iba este día. De entrada, dejando el amplio corral en ruinas de la izquierda de la pista, donde hay un chozo también caído, partía una senda de ganado hacia la ladera que cierra el valle. Pasaba junto a otro chozo más, donde empezaba ya a ganar fuerte pendiente. Seguía avanzando, ya por terreno más difícil y sendas menos marcadas, ganando terraza glaciar tras terraza glaciar, hasta que, ya debajo de Peña Grande, aquello moría por completo. Justo en la base de las rocas de Peña Grande (el risco que hay en la arista entre Nevadín y Peña Vendimia) se intuía un sendero horizontal que atravesaba la montaña desde las Joyas (hoyas) del Nevadín hacia Peña Vendimia. Pero para alcanzarlo quedaba lo peor del recorrido, por muy fuerte pendiente y agarrándome a los arbustos para poder avanzar. El sendero resultó ser un desbroce incompleto muy incómodo para caminar. Al llegar al borde del pequeño circo, el sendero aparece ya muy pisado y trepa por unas rocas para salir ya a uno de los cordales del Nevadín.


Chozo en ruinas en el ascenso al Nevadín


Se van ganando terrazas, hasta que se acometen los últimos metros hasta la base de Peña Grande (centro)


De izquierda a derecha, Peña Grande (2.004 m.), Pico Chagunón (2.027 m.) y Peña Vendimia (2.009 m.)


Antecima del Nevadín (2.078 m.)


Vista de la primera mitad de la ruta de ascenso, desde el hombro del Nevadín donde doy por concluida la ascensión

Desde aquí podía haber accedido a la cumbre del Nevadín en menos de media hora, pero acabo de subir por ahí hace pocas semanas y no me apetece volver a repetir. En su lugar, decido bajar por una pista que no aparece en el mapa y que concluye en el punto donde la abandoné, al pie de la montaña. Vitín me decía el otro día que no había ni un solo lobo en Salientes, a pesar de que le comenté que vi uno hace dos años. También le indiqué los treinta excrementos de lobo que me encontré este día bajando del Nevadín, pero me contestó que serían de perro. De perro no eran, porque estaba allí expuesto todo el surtido posible: con pelo de jabalí, de corzo, casi completamente blancos de tantos fragmentos de hueso, y alguno de tamaño colosal. En todos estos años he encontrado ya tantos, que rara vez los fotografío, por lo que sólo tengo una foto de ese día. Eso sí, el más llamativo lo guardé en una cajita y lo llevé para casa, donde pocos días después Eduardo me confirmó que era claramente de lobo.


Excremento de lobo en el valle de Vivero

Por supuesto, no vi un alma ni a la ida ni a la vuelta. Si ya eso es lo habitual en el Alto Sil, ¿cómo no lo iba a ser en Omaña?


Abedular de Vivero





Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar



Mapa global del espacio natural Alto Sil con la ruta realizada en trazo azul. Pulsar en la imagen para ampliar




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6 comentarios:

  1. Qué bonita la foto de los burros. Es extraño ver tantos juntos. Recuerdo haber visto una vez 4 y me parecían multitud. Todo esto siempre que hablemos del Equus asinus.

    Creo que podría tratarse de una foto singular.

    Me apunto la ruta. Tiene muy buena pinta.

    Un saludo.

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  2. Hola. Como de constumbre me sorprendes con esas pedazos de caminatas. Unos paisajes muy bonitos. Los burros eran chulos, y encima te sacas una foto de un excremento de lobo, que lujo.

    Saludos

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  3. En mi pueblo (Millaró), también hay muchos burros (de los de verdad), jeje.
    La ruta tiene muy buena pinta, se parece mucho a una que hay por estos lares.
    Un saludo.

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  4. Vaya éxito que han tenido los burros. Si lo sé, les hago más fotos, ja, ja.

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  5. Hola ALberto, no sé si sabes que los burros fotografiados forman parte de los 40 desaparecidos del ganadero de Montrondo. Podías haber pedido una recompensa.
    Tengo que enviarte fotos de nuestra últimna excursión que me rio yo de los cuatro pasitos que das de vez en cuando, JA (perdona que te bacile pero es que me siento tan orgulloso de lo que hice con el mal cuerpo que llevo encima de los botellines y los ducados, jeje).
    Salimos de Salientes, subimos al Nevadín, de allí hasta Tambarón, dormimos en Portilla, al día siguiente subimos al alto de Tierrafracio, pasamos por detrás de Brañalibrán y bajamos a las Lagunas de la Rebeza donde me di un baño paradisiaco, y de allí de vuelta a Tierafracio a pillar arandanos y volvimos al pueblo. Todo ello cargados con una mochila de 15 kilos cada uno. Y por supuesto, con Babú, inseparable, tengo unas fotos suyas preciosas. Cuando te pases por aquí traete un pendrive de esos y te grabo las fotos. Muy guapas. Un abrazo. Antonio.

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  6. Antonio: no sé cómo me hubiera apañado para sujetar 40 burros mientras venían a buscarlos.

    Desde luego, tiene mucho más mérito tu ruta que las mías, siendo cervecero, fumador y con 15 kilos a la chepa. Pero ten en cuenta que viviendo a 1.250 metros de altitud todo el año, tienes más globulos rojos en la sangre que yo, que sólo vivo a 1.000 metros, y eso también te da ventaja. Espera que me construya un chalet en la cumbre del Nevadín (en Villablino no ponen pegas a construir donde te venga en gana)y ya verás cómo me sube el hematocrito.

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