jueves, 26 de marzo de 2009

Brañas de Revicharín y Tumbón de Mosqueiro


Penaforcada (en el centro) por encima de las brañas de Revicharín, que estarían al pie de la foto

Al leer hoy la entrada del blog de Degaña de eminosuke me acordé de repente de aquel día, ya hace cuatro años, en que caminé - o lo intenté inicialmente - por los paisajes que aparecen en la fotografía tomada desde Cai Sebastián. Por aquel entonces, la única cartografía disponible era la de escala 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional, porque la edición del mapa militar 1:50.000 era antiquísima, y más bien un mapa de ficción que un mapa real. Demasiados caminos de este último mapa habían desaparecido ya, en el transcurso de estas dos últimas décadas sangrantes poblacionalmente para tantos de estos pueblos. El número de cabezas de ganado que mantenían vivas esas trochas y veredas se había reducido dramáticamente. En estas comarcas, sin ganado no hay sendas. No estamos hablando de los Picos de Europa, en que los fines de semana, miles de botas remueven la tierra de los caminos, e impiden que la hierba o la maleza rebroten en ellos. No; aquí, salvo en cuatro cumbres mal contadas, es raro que se junten varias personas en un domingo. Si hablamos ya de los días de entre semana, ni las cimas más famosas son pisadas la mayor parte de los días.


El camino hacia las Brañas de Revicharín parte de las proximidades del Área Recreativa La Medal

Pero lo más trágico, es que ni siquiera al lado del mismo pueblo de Degaña, capital del concejo o municipio del mismo nombre, había apenas sendas supervivientes. Ni hacia el norte ni hacia el sur. En esta ocasión tocaba mirar al sur, a lo más valioso del concejo, donde están los bosques, esos bosques que no tienen fin, ya miremos hacia el este, o hacia el oeste, y que, como decía el otro día Carlos de Sebastián, han sido exageradamente catalogados en su totalidad como zona restringida a visitantes. La exageración no es por su valor, que sí lo tiene, y mucho, sino porque no se puede cerrar el paso tan radicalmente al montañero, excursionista, explorador, o simplemente, al caminante ocasional que, sin ser ganadero, carecerá ya de derecho de paso por estos bosques en cuanto se aplique la normativa del parque natural.


El pueblo de Degaña, visto desde las escobas por encima de El Rebao. La ladera que se ve encima, orientada hacia el sur, es la antítesis de su ladera opuesta, donde crecen algunos de los mejores bosques de Asturias

Porque no es el caminante el que quema el monte; el que pone lazos para cazar piezas, que de cuando en cuando atrapan al oso, lo mutilan o lo condenan a una muerte silente de cuyas estadísticas nunca nos enteraremos, ya que el oso nadie sabe adónde va a morir; el que caza furtivamente; el que pone venenos que acaban con tantas especies a las que no estaba destinado, sin ánimo de justificar el que afecte a las especies a las que sí se quiere liquidar; el que recorre caminos con esas máquinas del averno llamadas quads, que generan más molestias a la fauna que cuatrocientos montañeros gritando a la vez a pleno pulmón, o emitiendo cantos tiroleses; que por lo general no suele abandonar en la naturaleza absolutamente todos los envases, latas, botellas, cartuchos de escopeta, casquillos de rifle, etc., que desgraciadamente muchos habitantes locales que no valoran lo que tienen sí que dejan de forma sistemática; porque es el visitante el que invierte dinero en la zona, dinero que ha ganado en su tierra y que viene a gastar aquí, sea durmiendo en un alojamiento local, sea tomando algo en un bar, sea comiendo en un restaurante, o simplemente hablando maravillas de la ruta que ha hecho, y animando así a otros a que también visiten la comarca.


En el recuadro rojo se ve un pequeño claro, que es donde se encuentran las Brañas de Revicharín. El Tumbón del Mosqueiro (1.754 m.) es la cumbre del extremo derecho de la fotografía

Pero a esa 'alimaña' tan destructiva e intrínsecamente malvada que es el caminante, hay que ponerle el mayor número de trabas posibles, para que no acceda a los lugares delicados y no prenda el fuego que nunca prende; no ponga los lazos que nunca pondrá; no cace furtivamente con una escopeta que no tiene; no envenene a la fauna con un veneno que no porta; no camine con algo infinitamente más dañino que un quad o un vehículo todoterreno, como son unas botas con suela de goma; no abandone sus desperdicios por todas partes, él, que ha venido desde a veces cientos de kilómetros de distancia a empaparse de naturaleza pura y limpia, y que, por supuesto, no tiene en mente dejar un vertedero a su paso.


Otra imagen de la misma zona, también desde la Sierra de Degaña. Las brañas desde aquí no se ven, pero estarían en la vallina que baja en diagonal a la izquierda de la cumbre principal

El que quema, pone lazos, veneno y caza lo que no debe, seguirá teniendo permiso para recorrer las zonas restringidas del parque. ¿No sería más razonable controlar a este sujeto, el más dañino con diferencia - fuera de la propia administración - que al visitante de a pie? Un solo incendio forestal es infinitamente más dañino que las flores que el caminante pueda arrancar, que lo peligrosamente que se pueda acercar a la fauna protegida, o el hecho de que pueda ir hablando y espantando a la fauna mientras camina. Todos hemos visto las imágenes del oso de Valdeprado con el lazo de acero en el abdomen, en carne viva, del pasado verano. Todas las molestias que los excursionistas puedan ocasionar al oso no son nada comparadas con ese solo ejemplo. Que se volverá a repetir. Las medidas estrictas son necesarias, pero deben serlo PARA TODOS.


El oso que logró escapar de un lazo ilegal de caza, pero que se llevó incrustado en el abdomen, y que se lo dejó en carne viva. Durante semanas se intentó sedar al oso para extraérselo, pero no fue posible. Fotografía tomada por la Fundación Oso Pardo

Luego se invierte en turismo. Se gastan miles de euros en promocionar una comarca en ferias y certámenes. ¿Para qué? ¿Para que cuando venga el visitante de a pie, se le trate como a un potencial delincuente medioambiental? ¿Para que, cuando haga las dos o tres rutas (descafeinadas la mayoría de las veces) a las que tiene derecho, decida irse todas las próximas vacaciones a los Pirineos o a los Picos de Europa, a poder caminar a sus anchas sin sentirse prejuzgado y mirado de reojo?


Penaforcada, desde más arriba de las Brañas de Revicharín

Igual alguno desde su despacho de Oviedo se piensa que Degaña, de la noche a la mañana, con la declaración del parque natural, va a atascarse de autobuses cargados de montañeros, que van a crear tal contaminación acústica en el valle que no va a quedar oso pardo o urogallo cantábrico de este lado de la montaña. ¿No sería de más sentido común y dos dedos de frente hincarle el diente a los furtivos, a los del lazo, a los del veneno, a los del fósforo, a los que abren pistas y caminos sin permiso, que al pobre montañero? Pero claro, los montañeros nunca protestan. Cogen el coche y se van... para no volver más.


Cabecera del valle de Piedrafita, contiguo al de las Brañas de Revicharín. Al fondo asoma el Miro de Valdeprado (1.985 m.)

El urogallo está ya extinto en el parque natural de Somiedo, uno de sus bastiones tradicionales. A pesar de que Somiedo es parque natural desde mucho antes que otras zonas que acaban de estrenar espacio protegido y en las que aún vuela. ¿De qué ha servido tener medio parque natural como zona de uso restringido a la hora de conservar a esta especie, cuando Fuentes del Narcea, siendo de libre acceso - excepto la Reserva de Muniellos - los ha podido conservar? ¿No habrá sido esta extinción por una mala gestión de la administración? ¿O ha sido por culpa de los visitantes, a los que se les tenía prohibido el acceso a las zonas donde habitaba el urogallo?


Entrada al valle de Piedrafita, en el otoño

Apenas recuerdo detalles de esta excursión que iba a empezar a describir, antes de irme por las ramas, párrafo tras párrafo. Conservo pocas fotos de aquel día, de poca calidad por la cámara digital que entonces tenía. Tampoco tenía mucha costumbre de hacer fotografías, y algunos días apenas hacía una o dos. Junto a una de las últimas casas de Degaña, pregunté a un paisano sobre un sendero para franquear El Rebao, ese casi vertical talud que bordea Degaña por el sur, y que da paso a una estrecha plataforma casi horizontal al pie de las montañas. Le pregunté porque no lo encontraba, por más que miraba. El mapa del IGN mostraba varias sendas, pero ninguna era visible ya. Fue entonces cuando me dijo que la única opción para acceder al alto pasaba por tomar el único camino que superaba El Rebao, medio kilómetro más allá y, al final del mismo, al llegar a la reguera de las Corradas - nombre tomado del mapa de Calecha - seguir un poco marcado sendero de ganado que llevaba a las Brañas de Revicharín.


Una de las cabañas en ruinas de las Brañas de Revicharín, con Penaforcada de fondo

Aún así, hice un primer intento por el itinerario previsto inicialmente, hasta la reguera que baja de Penaforcada, donde había restos de un ancho camino, que ya estaba completamente intransitable. Por encima, setecientos metros de desnivel campo a través doblando el espinazo no eran precisamente el sueño de mi vida. Regresé para intentar el ascenso a las Brañas de Revicharín, de las que nunca había oído hablar, y que no figuraban en mapa alguno. Al llegar a la reguera de las Corradas, costaba vislumbrar un punto por donde continuar. Era final del verano, y la reguera permitía el vadeo, deduzco que complicado durante el resto del año. Gracias a que las vacas de las que me habló aquel amable paisano habían recorrido el sendero - más bien lo habían resucitado - fui capaz de encontrarlo. Sus profundas huellas en el barro eran inconfundibles. Era una trocha de fortísima pendiente, complicada, incómoda, pero en un entorno excepcional. Mucho barro, zonas resbaladizas, tramos delicados, pero el paisaje compensaba con creces la incomodidad. El bosque era en un principio sombrío como boca de lobo, quizá algo lúgubre. En los primeros claros, asomaba ya a la izquierda una peña doble, con forma de forca: Penaforcada.


Barranco por donde discurre la ascensión a las brañas

Las Brañas de Revicharín llegaron sin avisar. Una pequeña repisa en aquella ladera tan pindia, el único claro posible. Las brañas estaban todas casi a ras del suelo, abandonadas claramente desde hace muchísimos años. Por encima de ellas, a la izquierda, los esqueletos de los arbustos cubrían la ladera durante casi doscientos metros de desnivel. Por la derecha, lo denso de la vegetación, sin quemar, invitaba aún menos a intentar el ascenso por ahí. Lo solitario del paraje, que empezó a incomodarme, se incrementaba mientras recorría aquella zona quemada, quizá el año anterior, y que tiznaba mi ropa en el roce. La zona superior ya la conocía, porque apenas dos días antes la había recorrido desde el Puerto del Trayecto, hasta la misma cumbre del Tumbón de Mosqueiro - me tendrá que confirmar Carlos de Sebastián o Eminosuke si ése es su verdadero nombre -, donde está el vértice geodésico que en algún mapa llaman Faro.


Cumbre del Tumbón de Mosqueiro (1.754 m.). De fondo, el macizo del Miro de Valdeprado

Sonido de helicópteros e hidroaviones. Ardía el monte del lado de Peranzanes. Como todos los años. Ya les han amenazado con cerrarles el coto de caza si el monte sigue ardiendo. Del lado sur de la montaña, el leonés del valle de Fornela, no hay un árbol. ¿Cómo va a haberlos, ardiendo año tras año? Cuando estás en la divisoria, las dos vertientes son tan distintas: bosques sin precio en la cara norte, y laderas interminables de brezo en la cara sur. En verano, le entra a uno calor sólo de ver la ladera sur de estas montañas, sin una sola sombra en la que cobijarse.


Valle de Vegas Verdes, en Fornela. En el claro amarillo del centro de la foto están las Brañas de Faro, de imposible acceso desde el pueblo de Faro ya, por la maleza que cubre el camino

Subo de nuevo al vértice geodésico, ahora por el cordal este, a diferencia del último día, en que lo hice por el oeste. Es tarde, y temo que me anochezca en el descenso. No me apetece volver a bajar por donde subí. Demasiados resbalones me esperan. Me da mala espina ese bosque, a pesar de lo hermoso. Quizá llevo ya saliendo al monte demasiados días esos últimos meses. Ya estoy un poco saturado. Pienso en la posibilidad de bajar por Piedrafita, la siguiente vallina hacia el oeste, pero nunca he estado por allí. No tengo datos de si el camino está transitable, y arriesgarme a bajar y que se me haga de noche campo a través es una opción que jamás tomaría. Muy a mi pesar, he de bajar por donde subí. Como me da mucha pereza volver a atravesar las puntiagudas ramas muertas de las escobas o piornos, doy un pequeño rodeo y desciendo por otra ladera a las brañas. Encuentro un cráneo de rebeco y excrementos de lobo. Más abajo, el resto del animal, devorado recientemente. No en vano, Fornela está ahí al lado, y el lobo allí está a sus anchas. La siguiente cumbre hacia el sur en el cordal del Tumbón de Mosqueiro se llama, para certificarlo, el Cueto del Lobo.


Tumbón de Mosqueiro desde el Cueto del Lobo, en otra jornada de montaña unos días antes

Llego a las brañas después de pelear algo con la maleza y, sin parar, ya con el sol próximo a ocultarse, prosigo la delicada cuesta abajo, que completo en muy poco tiempo, y sin perder la verticalidad en ningún momento. Al final, no fue para tanto. Cuando llego a Degaña, anochece ya. Ha faltado un pelo.



Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar




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6 comentarios:

  1. Muy interesante. Gracias por ilustrarnos, suela mediante, y narrarnos las peripecias del recorrido. A ver si Carlos puede contestarte... En cuanto a las restricciones en los accesos, estoy totalmente de acuerdo con lo que expones; en algunos casos además, anque no es explícito, podrían llegar a difuminar caminos que tienen una importancia histórica para la comunidad, como es el caso del paso del Rebol.lal a Trascatro por Trayeto y Peranzais, del que solo está permitido en teoría hasta la cabana. ¿Lo prohibirán algún día? Perderíamos una de las rutas patrimonio cultural de la que nunca se habla en los folletos oficiales del parque...

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  2. Lo de cortar el acceso al tramo final del Puerto del Trayeto me pareció una abominación en cuanto lo vi. Inhabilitar un recorrido histórico, por un tramo delicado de quinientos metros de longitud, no tiene ni pies ni cabeza. Y por cierto, ¿qué tal ser más estrictos con la minería a cielo abierto en otra zona delicadísima para el oso y el urogallo? Lo que vale para un sitio, debería valer para los demás. Y por supuesto, no es lo mismo una docena de dúmpers que una docena de excursionistas.

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  3. La gran mayoría de las veces, como bien dices, la propia administración es la que se ha encargado de eliminar o modificar los trayectos de los caminos y sendas. El problema es que las rutas fueron diseñadas en un despacho sobre planos, sin pisar el terreno y sin hablar con los vecinos afectados y luego se encuentran con el rechazo de los lugareños, con los paneles indicativos rotos y con rutas que en poco tiempo caen en el olvido porque nadie se hace cargo de limpiarlas y conservarlas.

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  4. Muy buena la entrada. Estoy muy de acuerdo en lo dicho sobre el parque. La caminata es preciosa, las veces que la he hecho bajé siempre por Piedrafita.
    Sobre la toponimia, ya que se me alude: pues el nombre de la reguera que subiste es Las Corradas en su tramo bajo, y en su tramo alto se llama La Silva, cosas raras. El bosque que está a la izquierda de la Reguera La Silva (la umbría) se llama San Simón.
    Y el monte con el vertice geodésico tiene dos denominaciones que yo haya escuchado, aunque quizá no se refieran exactamente a lo mismo: una El Mosqueiro y otra El Ḷḷumbón (tsumbón) de Faro, aunque éste creo que incluye lo que en la cartografía aparece como Cueto del Lobo. En Fornela (Fornieḷḷa) o Faro puede tener otra denominación.

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  5. Hola!
    muy interesante. Solo una puntualizacion. Desde Faro aun se puede acceder a su brana, tanto por bajo (el camino aun no se ha perdido) como por el alto. Todos los veranos lo hago, y en breve volver a estar por alli

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  6. Fariego: gracias por el dato actualizado. Yo lo intenté en el año 2005 y ni por activa ni por pasiva fui capaz de superar las zarzas y otras malezas un kilómetro antes de la braña. Habrá que aprovechar para volver.

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