viernes, 17 de octubre de 2008

Ideas para el Alto Sil

El Alto Sil, cuyo motor económico y poblacional es Villablino (capital del municipio del mismo nombre y de la comarca de Laciana), ya no puede depender del carbón para su futuro. ¿Y qué le queda entonces? Pues desde luego nada que sustituya en número de puestos de trabajo a los que creó la minería. Hay que recordar que Villablino es una ciudad que creció desmesuradamente al albor de las minas de carbón. Sin carbón, quizá no tenga que volver hasta aquellos mínimos de población original, que sin duda la dejaría como una ciudad fantasma, pero al contrario que les ocurre a otros lugares en los que la minería ha caído en picado o la industria puso pies en polvorosa, Laciana tiene un as en la manga: su paisaje natural, y en menor medida, aunque también importante, su herencia cultural.



Detalle de un hórreo de teito en Caboalles de Arriba

En Laciana se conservan algunos hórreos de teito, esa techumbre de paja de centeno que antes era habitual también para cubrir las viviendas. Este tipo de hórreos ha desaparecido en casi toda Asturias y León, ya que al haber desaparecido las cosechas de centeno locales y haberse abaratado el precio de la losa (pizarra), teitar resulta mucho más trabajoso, caro e incómodo. Pero visto el gancho que tienen para el turista las Brañas de Somiedo, que son uno de los emblemas del parque natural, es curioso que en Laciana no se ponga en valor con más ahínco este escaso tesoro de los hórreos teitados.

Lo mismo ocurre con los castros. Muy numerosos, en un área relativamente pequeña de Laciana están el Castro de la Zamora, el de Villager, el de Rioscuro, el de Llamas, el de Rabanal y el de La Muela. Ninguno está restaurado ni señalizado. Tan cerca unos de otros que parece que están pidiendo a gritos un circuito temático, fácil de hacer por su corto recorrido total. Ya se habló de ellos en algún proyecto electoral, por lo que la idea no es nueva.

Estos son sólo dos ideas muy elementales pero de cajón, que para bien de todos y por poco dinero -bastante menos de lo que cuesta un kilómetro de autovía- serían un formidable revulsivo turístico para Laciana, ahora que se está buscando con tanto ahínco la excelencia turística. Pues explotar algo que casi ninguna comarca puede ofrecer, porque no lo tiene, es una buena manera de atraer a un turismo que, cada vez más, busca objetivos distintos y peculiares.


Cascada en Tejedo del Sil

Volvemos con la burra al trigo con el tema del oso y el urogallo. Por supuesto que no hay matar a la gallina de los huevos de oro y explotarlo para la caza fotográfica, que supondría su segura desaparición, pero si la comarca X lo viene utilizando desde hace años como reclamo turístico -que ya casi da la impresión de que los únicos osos de Europa viven allí- no supondría un gran desembolso utilizar en el Alto Sil la misma estrategia y vender esta comarca como 'País de los osos', algo que es una realidad innegable. En cuanto a riesgos, el oso no es animal que se deje ver por las buenas y teniendo las mínimas precauciones para que no se le moleste, el visitante simplemente estará encantado de haber visitado un lugar donde habita el oso pardo, él seguirá viviendo y aumentando su población con toda tranquilidad y la concienciación de los habitantes del Alto Sil hacia la protección del medio natural crecerá sin duda, que redundará en una aún mayor calidad medioambiental. Porque hay que tener en cuenta que, ahora mismo, al ciudadano medio de esta comarca le llena de orgullo saber que su tierra cuenta con un animal emblemático como el oso, algo de lo que la mayor parte de los europeos ya no pueden presumir, porque hace varios siglos que los exterminaron.

El Alto Sil, si otras regiones o estados pudieran comprarlo, a modo de como hizo Estados Unidos adquiriendo un territorio no limítrofe como Alaska a Rusia en el siglo XIX, de seguro que se convertiría en su buque insignia medioambiental. Al poco tiempo de esta hipotética adquisición territorial, parafraseando a Luis del Olmo cuando se refería al cambio de imagen de Ponferrada, al Alto Sil no lo iba a conocer ni la madre que lo parió. Pero como situaciones así ya no suceden en el siglo XXI -para nuestra desilusión, claro- esto seguirá igual o peor. Cuando tu propio gobierno no defiende lo tuyo -sino los intereses de un solo particular-, si el que promete defenderlo es arameo, azteca o almohade, pues uno se nacionaliza arameo, azteca o almohade, o del Planeta Venus si es menester.



Naturalista observando fauna en la cordillera Cantábrica

Ideas hay muchas y como dicen los anglosajones, opinions are like assholes, everybody´s got one (las opiniones son como el ojo del culo -con perdón- porque todo el mundo tiene uno). Habrá quien sugiera que el futuro de Laciana radicaría en abrir una gigantesca explotación de carbón a cielo abierto que ocupara todo el norte del valle, donde entraran y salieran miles de camiones diarios, los dumpers y retroexcavadoras supusieran la mayor colección mundial, y los puestos de trabajo resultantes acabarían con el paro en la provincia de León y adyacentes. Pues mira, pensándolo así, fríamente, este opinador tendría toda la razón del mundo. Villablino, en vez de 6.000 habitantes pasaría a contar con 20.000, los negocios no echarían el cierre a razón de uno al mes y otra vez pan (arrobas y arrobas de pan) para hoy y hambre para mañana. ¡Qué digo hambre! Cuando se acabara el carbón, en Laciana no iban a vivir ni las ratas, porque iba a ser un gigantesco cráter de meteorito -sin restaurar, por supuesto-, lleno de residuos tóxicos y tan propicio para la vida como un campo sembrado de sal. Pero como el ser humano ha vivido siempre el presente y nunca se ha preocupado del legado ambiental que deja a las generaciones venideras, igual hasta he hecho mal en dar ideas, porque si ésta la hace suya el empresario minero y le dan el visto bueno los políticos (que se lo darían), la hipotética explotación iba a ser un hecho consumado en pocos años -esto puede parecer una exageración para cualquiera que no esté familiarizado con los avatares de Laciana, pero que le pregunten a cualquier lacianiego de bien-.


Robledal talado y arrasado en la mina ilegal a cielo abierto de Fonfría (Laciana)




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