martes, 17 de febrero de 2009

Las cuevas de Cuevas del Sil


Espadaña de la iglesia románica (en ruinas) de Cuevas del Sil

En el término municipal de Palacios del Sil, en pleno corazón del Alto Sil, encontramos un pueblo al pie de uno de las surgencias de roca caliza de la comarca. Es un pueblo de núcleos díscolos e independientes, cada uno por su lado. El principal, junto a la carretera; otro, escondido y casi invisible, donde se va cayendo poco a poco la iglesia románica de la localidad; y el último, unido a Mataotero, y con el atractivo de su puente medieval.


El espolón de mármol de Cuevas del Sil, visto desde la sierra del Coto

Entre los dos núcleos que se encuentran en la carretera Ponferrada-Villablino (más bien La Espina-Ponferrada), baja un espolón calizo muy característico. En la vertical del mismo, al lado de la carretera, una surgencia estrepitosa de agua, de gran caudal todo el año, desagua el macizo calizo que se encuentra encima. Es un tipo peculiar de roca caliza: el mármol. Pertenece a una veta que continúa en dirección oeste hasta el pueblo asturiano de Cerredo. En los alrededores de Cuevas del Sil son visibles varias canteras abandonadas de mármol. Pero la explotación del mármol aquí no ha pasado definitivamente al cajón del olvido, como recientemente hubo ocasión de ver.


Parte del macizo calizo donde se encuentran las cuevas, con La Peñona (1.398 m.) presidiendo

Se pretendía volver a explotar la cantera que existe en la pista que une el pueblo con las Brañas del Campo Cuevas. Se ensanchó la pista que sube hasta allí, vertiendo sobre las laderas inferiores toneladas de tierra extraídas del ensanche, pero la explotación recibió la orden de paralización, antes de que empezara. Es zona sensible para el oso pardo y el urogallo cantábrico.


Las Brañas del Campo Cuevas. Ni rastro de haber recibido una visita humana en muchos días

Alguno dirá que por salvar a un pajarraco es inadmisible perder varios puestos de trabajo que ya estaban al borde de su creación. Sí, es el razonamiento habitual que se esgrime cuando se enfrentan las dos opciones: la de crear empleo y la de destruir la naturaleza.


Las primeras peñas del espolón calizo-marmóreo

El medio ambiente en nuestro planeta está enfermo. En algunos sitios, como en esta porción de la cordillera Cantábrica, no suele pasar de un simple resfriado, aunque un virus mortífero (Victorino Alonso y otros) ande peligrosamente suelto por ahí. En otros lugares del planeta, la naturaleza ya ha muerto y es un mero cadáver que está siendo devorado por los gusanos.


Mataotero desde el filo de las primeras peñas

Si nos encontramos por la calle con nuestro viejo amigo Zacarías, y charlamos un rato con él, seguramente, si él no nos cuenta que le han extraído la vesícula biliar, el nervio óptico del ojo derecho y varios ganglios, nosotros no nos hubiéramos enterado de nada. Aparentemente, él está bien, aunque se le note algo indefinible que antes no habíamos percibido. El medio ambiente es exactamente lo mismo. Le falta algo, que no sabemos lo que es (ni nos importa), pero aparentemente funciona. Cada especie vegetal o animal que desaparece de un ecosistema es como algo que dejara de funcionar en el cuerpo humano. Puede ser grave, o no. Puede llevar a la muerte del organismo, o no. Pero hubiera sido muchísimo mejor si no hubiera dejado de funcionar.


Para avanzar hay que ir bordeando las peñas por la base. Por arriba, no es posible

Si no dispusiéramos ahora mismo del número actual de especies que todavía se conservan en el mundo, la industria farmacéutica no hubiera podido crear la gran cantidad de medicamentos que tenemos ahora disponibles. Hace poco alguien comentaba en una charla el descubrimiento de un alga que crece a cierta profundidad en el Mar del Norte, y que pudiera tener propiedades anticancerígenas. A saber la cantidad de plantas que hemos destruido para siempre que podían haber encerrado el secreto para combatir graves enfermedades cuya cura no termina de aparecer. Es importante conservar lo que tenemos, porque no sabemos si algún día podremos necesitar de ello. La extinción de unas especies suele conllevar la extinción de otras que dependen para su vida de las anteriores. O su pérdida produce un crecimiento desmesurado de las poblaciones de otras especies a las que controlaba, y que terminan convirtiéndose en un problema (ejemplo: el exterminio del lobo, que produce un aumento de las poblaciones de jabalíes, muy destructivas a otros niveles).


El mármol es un tipo de roca caliza

Pero bueno, antes de que se me fuera la olla, yo iba a hablar de las cuevas que dan nombre a Cuevas del Sil. En los mapas sólo figura una, la del Rayo. A simple vista, desde casi todas partes, se ve una oquedad muy grande, de la que no se ve continuidad aparente hacia el interior de la montaña. Saliendo del pueblo de Cuevas en dirección a las Brañas del Campo Cuevas, camino fácilmente identificable por el panel informativo de la ruta que hay al inicio, se pasa junto al semioculto Barrio de la Iglesia. El primer camino que sale a la derecha, que parece que pronto va a quedar tapado por las escobas, es el que tomé para subir. Da servicio a las torres de alta tensión que recorren el valle. Gana altura con fuerte pendiente, hasta que al llegar a una gran torre, muere. A partir de ahí, el terreno, como casi siempre sucede en suelo calizo, está muy despejado de maleza y se avanza con facilidad por cualquier sitio. La pendiente es muy fuerte. Sigo un senderillo de ganado, más llevadero que ir de cualquier manera, y alcanzo el mismísimo filo del espolón calizo. Al otro lado, el abismo. Se ve Mataotero, lejos en línea recta, pero a tiro de piedra a vista de pájaro. Desde aquí surge un estrecho canalillo herboso que sube cuerda arriba. Parece fácil, pero la hierba está algo húmeda, y si luego no se puede continuar y tengo que destrepar por ahí, un resbalón y termino en Mataotero en diez segundos. Como no tengo tanta prisa por descender al valle, y prefiero hacerlo con la cabeza sobre los hombros y los huesos en su sitio, desciendo por el sendero por el que llegué, y comienzo a bordear la base de las grandes paredes de mármol.


Por fuera, el mármol se muestra negruzco y aparenta ser simple caliza. Sólo cuando se fractura, se descubre el intenso brillo del mármol

A veces hay que perder altura porque el paso se cierra, y otras hay que ganarla, porque el bosque asciende desde abajo. Hay muchos excrementos que parecen de ungulado, pero no exactamente. Me extraña que haya corzos por estas pendientes tan fuertes, y por aquí no me consta que haya venados. No sé...


Hay puntos en que se pierde completamente la perspectiva de la pared y sólo queda ir avanzando hasta que abra un poco

Bordeo la base de una vertical pared negruzca, y veo, por encima de mí, pero a gran distancia, la gran cueva del macizo. Está muy arriba y no me apetece subir hasta allí para luego tener que bajar otro centenar de metros y así esquivar el siguiente espolón. Total, igual está cegada. Sigo avanzando a media ladera. La pendiente es muy fuerte, como ya intuía, y decididamente, no es un lugar para venir con nieve, o simplemente, con la hierba mojada.


Al otro lado del valle, La Mira (1.928 m.), también llamado Cuerno del Sil

Ahora tengo que ganar mucha altura. Las pared
es de mármol desaparecen de mi paso y aparecen allá arriba. Quiero localizar todas las cuevas: la de la Veneira, la del Agua, la del Rayo. He leído sobre ellas. No sé si seré capaz de identificarlas, porque las explicaciones eran muy vagas. Allá arriba se ve otra cueva. No está a ras del suelo, sino que parece que hace falta una pequeña trepada para llegar a ella. ¿Será la del Agua? Ni idea. Dicen que tiene estalactitas y que atraviesa la montaña de lado a lado. Pero bueno, no soy espeleólogo y tampoco tengo tanta curiosidad. Y no me apetece subir hasta allí arriba.


Ya se ve la primera cueva. Es la que se ve desde todas partes. Pero ésta no debe de ser la del Agua. Parece cegada.

Veo algo moverse allá arriba. ¿Qué será? Por aquí no hay rebecos. Parece un pájaro. Sí, es un pájaro, grande, quizá una rapaz pequeña. Vuela muy rápido. Es extraño, parece como si rebotara en el suelo. Sí, se está pegando unos trompazos de pánico. Se acerca a mí. No, no es un ave. Es una roca. Ahora se oye, y silba. Pasa a veinte metros de mí. No es muy grande.


Aparece una segunda cueva. Sí puede ser la Cueva del Agua.

La roca aquí parece compacta, pero todo termina cayéndose algún día. Habrá que estar atento. Ahora gano altura en línea recta, cansado pero rápido. Veo dos cuevas, una encima de la otra. La de arriba tiene zarzas en la entrada, pero la de abajo es fácilmente accesible. Entro y la encuentro llena de excrementos, de esos mismos excrementos de antes. Ya caigo: son las cabras. Las he visto otras veces. Claro, ahora cuadra todo.


Otras dos cuevas. La de arriba debe de ser la de La Veneira, de la que leí que habían puesto algo para evitar que el ganado cayera dentro. Entré en la de abajo, pero no era. Y no me apetecía tener que dar toda la vuelta para ver la otra.


Entro en la de abajo, pero sólo tiene diez metros de longitud. Aquí se han refugiado las cabras

Las paredes calizas de mármol empiezan a disminuir de tamaño. Atravieso ya algún pequeño nevero, durísimo. Veo una pequeña terraza, sospechosa. ¿Habrá ahí otra cueva? Subo un poco, y efectivamente, la Sima del Rayo. Está escrito con pintura roja en su borde superior. Tiene una boca de diez metros de anchura y poco más de un metro de altura. Luego se estrecha mucho y no se ve más. Aquí han estado explorando. Debe de ser profunda. Cuando pone 'sima' y no 'cueva', es que sin cuerda ahí es mejor no meterse. Nunca me he atrevido a meterme yo solo muchos metros en una cueva. Si me caigo, yendo solo, no me va a encontrar nadie jamás. El monte es muy grande y nadie supondrá que voy a estar metido ahí dentro. Nadie con sentido común se metería solo en un sitio así sin haberlo dejado dicho antes.


La Sima del Rayo, de la única de la que estoy seguro que acierto



Es que lo pone...

Después de ésta, ya no hay más cuevas. Se alcanza una pequeña cumbre, en el filo del cordal. Ya no hay más peñas. Se vuelve a ver Mataotero abajo. De frente, un rebollar. Es horrible cruzar uno de ésos. No ceden al paso del cuerpo como las escobas y los piornos. Tienes que ir encajando el cuerpo entre los árboles, muy juntos y tiesos, haciendo contorsiones. A veces te quedas atascado. Cuando llegas a la mitad, igual te das cuenta de que no puedes seguir avanzando, porque los robles están demasiado juntos. No, no me meto por ahí ni loco. Bordeo un poco por la izquierda, por un senderillo pisado por las cabras y los caballos. Llego otra vez al filo. Ahora, de frente, hay una estrecha arista rocosa, con nieve dura y caída a ambos lados. Como en los viejos tiempos. No debería estar haciendo esto, pienso. Pero luego resulta ser más fácil de lo que aparentaba. Estoy en el collado. Desde aquí, a Mataotero y Cuevas, llegaría en diez minutos. La bajada es fácil. Pero yo quiero ver de qué son aquellas huellas. Llevo un rato viéndolas, debajo de las Brañas del Campo Cuevas. Con los prismáticos no sé de que son. No parecen de una persona, porque no se ven más.


Voy diciendo adiós a las peñas. Es lo más parecido que tenemos por aquí a Somiedo

En el collado, aparece otro robledal, pero éste es maduro. Es hermoso. Tiene acebos en su interior. No sé qué hacer. Aquí ya no hay sendas ni nada que se le parezca. Puedo subir al cordal, y seguir en dirección a El Gallo, pero por allí todo aquel verde son escobas o piornos. Y tampoco quiero ganar tanta altura. Se me está haciendo tarde. Mejor intento alcanzar aquel camino cerca de las brañas. Pero para eso tengo que atravesar el bosque. Si se cierra mucho, ya tenemos fiesta. La nieve está durísima. Y tiene mucha pendiente. Decido atravesar el robledal. Hay mucho espesor de nieve, que ha vencido todos los arbustos entre los árboles y me permite avanzar fácilmente. A veces, veo los arbustos casi horizontales, del peso de tanta nieve, y debajo, un hueco de medio metro. Si se parte la nieve cuando estás encima, te llevas el susto de tu vida, y una torcedura de tobillo. Intento evitar en lo posible esos huecos. Aprovecho huellas de animales para poner el pie y no tener que clavar el canto en la dura nieve. Sin luchar mucho, atravieso todo el robledal. Ha sido un bosque precioso. Alcanzo el camino. Qué camino más extraño. ¿Para qué lo habrán hecho? Recordaba un cortafuegos que abrieron cuando ardió esta ladera de El Gallo hace tres o cuatro años. Pero yo creo que estaba más arriba. Los cortafuegos son burdos y ásperos. Éste es un camino como Dios manda. Pero no, de repente, gira bruscamente hacia arriba, en fortísima pendiente. Era el cortafuegos. Tapado por la nieve, no se percibía el rugoso firme de tierra.


Ya se ven las Brañas del Campo Cuevas. Andan por ahí, en el medio. Al fondo, el collado del Campo Cuevas (1.525 m.)


Desde este colladito bajaría en un momento a Mataotero, pero quiero ver aquellas huellas...


A la derecha del collado del Campo Cuevas, El Gallo (1.730 m.)

Decido que se acabó la jornada. El Collado del Campo Cuevas está a diez minutos como mucho, pero es muy tarde. Ni siquiera había pensado hoy subir tan arriba. Comienzo a descender. La nieve está reblandeciéndose pero sólo me hundo dos o tres centímetros. Está genial. Bajo a la carrera, hasta alcanzar la vaguada que sube hacia el collado. Desde ahí a la cantera no tardo nada. Allí se acaba la nieve. Encuentro las huellas. No, no son de oso. Son muchos animales, que han ido aprovechando las huellas de los que pasaron antes por allí, y han formado grandes huecos en la nieve. Unos metros más abajo, maquinaria abandonada. La debieron de subir para ensanchar la pista y ahí quedó. Está toda oxidada. Aparecen restos de un caballo o una vaca. Y los primeros excrementos de lobo. Ya es todo descenso vertiginoso hasta el pueblo, con buenas vistas de todo el macizo que he recorrido hoy. Identifico las posiciones de todas las cuevas. Mucho más abajo, más huesos, todavía con algo de chicha. Más excrementos de lobo. Las mandíbulas. Sí, es un caballo. Un argayo (desprendimiento) se ha llevado media pista. Han puesto una señal para avisarlo. Es de explosivos. Se ve que no tenían otra a mano. Estoy llegando al pueblo. A cincuenta metros de la primera casa ...otro excremento de lobo.


Cuesta abajo y sin frenos. La nieve está ideal para bajar a toda pastilla



Llegando al pueblo, un desprendimiento se ha llevado media pista ladera abajo. Para anunciar el peligro, pusieron este cartel. Se ve que no había otro a mano...



Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar. La situación de Mataotero y Cuevas del Sil está erróneamente intercambiada en el mapa.



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5 comentarios:

  1. Esta muy bien hecho lo que ha escrito, me ha valida de mucha información ya que soy espeleologo y ahora estoy muy interesado en visitar esa zona, la sima del rayo ya la conozco pero la cueva del agua solo he oido hablar de ella pero ninguna informacion solida, me gustaria saber si sabes algo de ella me seria de gran ayuda, saludos.

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  2. Adrián: no tengo datos de las demás cuevas salvo lo que indico en el texto. Si algún día vas y entras en alguna de ellas, me encantaría que me comentaras algo de ellas. Mi correo es buenverde@gmail.com

    De la Cueva del Rayo a las otras dos se tarda muy poco, en dirección este.

    Un saludo

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  3. Que buena informacion!! soy argentina estoy pasando 3 meses en españa por una beca laboral y tengo familia en cuevas. me voy alli todos los fines de semana, pero nadie me comento nada de todo esto q lei. Sabia la existencia de las cuevas pero muy muy poco. Quede enamorada de cuevas y ahora quiero conocer mas. Ya interrogare a mi familia sobre todo lo q describis tan bien.
    Muchas gracias
    Belen

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  4. Excelente descripción y encontrar la Sima del Rayo a la aventura es un mérito está muy escondida cuenta la leyenda que un Rayo entro y partio la montaña al = que la peña del Rayo que se sitúa atras tiene casi 100 m de desnivel esta cueva. Las del agua estan mucho mas abajo, una es integral atraviesa la montaña.

    Un saludo

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  5. bajo peñas y pinos...14 de mayo de 2012, 20:55

    Una cosa es la Peña del Rayo y otra la sima, la cual se la conoce como la Cueva de las GLACHAS o "cuervos", y efectivamente esta en la vertiente de Parayas puede ser una chimenea de la Cueva del agua, otra chimenea sale por encima y a la derecha de la entrada de la cueva unos 50 metros aproximadamente de la entrada ay tuneles estrechos y habitáculos mas amplios, hasta llegar a la misma, se puede salir con dificultad

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