miércoles, 3 de junio de 2009

Hayedo de Hermo por la puerta trasera


Línea de vagonetas de la Mina Escondida, próxima a la entrada a la Veiga el Palo

La Veiga el Palo es un lugar de inquietante acceso, para los que la visitan por primera vez. De hecho, alguno puede que se dé la vuelta antes incluso de llegar a ella, al dudar que sea posible alcanzarla. Ello es porque hay que atravesar las instalaciones mineras de la Mina Escondida, entrando prácticamente hasta la cocina, y tomar allí dentro una pista de tierra invisible a primera vista, que sale en dirección opuesta a la que llevamos. Pero no hay que amilanarse, porque el acceso está permitido, y de hecho el entorno de la Cabana de la Vaquera, en la entrada misma de la Veiga el Palo, es un lugar muy frecuentado por los locales.


Xatos en el arroyo de la Fleitina

El paisaje estival de la Veiga el Palo es muy diferente de este otro que reflejaba en la entrada del mes de enero. No es un lugar espectacular, ni siquiera de una gran belleza cromática. Es simplemente, un tesoro medioambiental, pero de esas joyas de la naturaleza que suelen pasar bastante desapercibidas. La Veiga el Palo es una gigantesca turbera, de un grandísimo valor ecológico, que si estuviera en tierras asturianas ya estaría catalogada como Zona de Uso Restringido Especial, dado lo delicado y frágil de este lugar. De momento, y cruzando los dedos, las heridas causadas por el ser humano aún son pocas, y hemos de dar gracias que la explotación minera que recorre su borde meridional es de interior y no a cielo abierto. Eso seguirá siendo así, mientras la mina sea propiedad de Hijos de Baldomero García, y no termine en las manos, como sucedió con tantas otras ya, del despiadado empresario minero Victorino Alonso García, que no dudaría en abrir, por encima de la mina de interior, un desmonte de los que ya nos tiene acostumbrados, sin solicitar para ello ningún tipo de permiso, como suele ser su forma de actuar.


El Mosqueiro de la Veiga el Palo, donde se reúnen la mayor parte de las vacas

Al contrario que en la ruta del mes de enero que antes mencionaba, ahora sí fue posible el acceso rodado por la polvorienta pista minera que une los distintos pisos de la Mina Escondida, hasta el desvío hacia la Cabana de la Vaquera. No hay muchos lugares donde dejar el vehículo, pero sí hay un pequeño espacio lateral pocos metros antes del camino que parte hacia la derecha. En apenas cuatrocientos metros desde el cruce, se pasa un regato por un puente de nueva construcción, cuya barandilla no estaba a nuestro paso por la mañana, pero que ya apareció a nuestro regreso horas después. Nuestra llegada a la Cabana de la Vaquera coincidió con la de su propietario, hora no muy temprana en la que ya se empezaba a sentir el calor.


La Cabana de la Vaquera, con El Monteirín (1.898 m.), detrás

Unos metros antes de la cabaña hay una gran fuente-abrevadero de piedra, hacia la que nos dirigimos. Tenía la impresión, aunque en los mapas no figure ningún sendero por aquellos lares, de que debía de haber algún paso, más o menos trazado, al hayedo de Monasterio de Hermo desde la Veiga el Palo más al sur del paso habitual por el Collado Alto. Es decir, por el collado de 1603 metros que separa el Pico Prieto y Los Riegos. Muy desencaminado no iba, porque cien metros más al oeste de la fuente, en una zona completamente horizontal y herbosa, una senda de ganado se marcaba claramente en el suelo, dirigiéndose precisamente en la dirección que yo buscaba, es decir, paralela a la pista minera.


El collado de 1.603 metros de altura, entre Los Riegos (1.688 m.), que se ve parcialmente a la derecha de la imagen, y el Pico Prieto


Un irreconocible Cueto de Arbas (2.002 m.), desde la Veiga Cimera, antes de atacar el collado

El sendero va atravesando un hermoso bosque de abedules y capudres (serbales), ahora con sus flores blancas, y concluye en una magnífica zona de pastos en cuyos bordes crecen abedules de buen porte. En este anfiteatro verde, con el último piso de la Mina Escondida encima, desaparece el sendero. El collado 1603 se ve ya muy próximo, y varios claros en la espesura indican que, por muy cerrada que pueda estar, no serán tramos muy largos. Recorriendo la mitad de la Veiga Cimera -como figura en el mapa de Calecha-, buscando senderos que puedan dirigirse al collado, al final atacamos la ladera por la margen izquierda (norte) del arroyo que baja de él. Se avanza bien por entre los gruesos abedules, y pronto aparece un antiguo sendero, ya casi borrado del todo. Sin mayores problemas, se va ganando altura y enlazando aquellos claros que habíamos visto desde abajo, hasta llegar al collado.


Al fondo de ese valle están las Fuentes del Narcea, poco antes de la Laguna de Chauchina. De fondo, el Cueto Rogueiro (1.908 m)


Caniechas (1.921 m., izqda.), Altos del Monteiro (1.907 m, centro) y El Monteirín (1.898 m., dcha.), desde el mismo punto que la fotografía anterior

Lo primero que asoma en el panorama es la cónica cima del Caniechas, y la doble joroba, aún nevada, de los Altos del Monteiro, que se me antojan muy voluminosos desde aquí. Para tener una mejor vista hay que perder unos metros de altura, atravesando las escobas de la vertiente asturiana por dispersos tramos de sendas de ganado. A nuestra derecha, el corazón de la comarca: las Fuentes del Narcea, un lugar más importante que impactante y que, al igual que la Veiga el Palo, no llama visualmente la atención en absoluto. El objetivo inmediato es la Laguna de Veiga Cimera, que aparece en el mapa del Instituto Geográfico y en el de Calecha, pero que es una incógnita para mí. En el mapa de Calecha de Muniellos figura como zona encharcada, y eso debe de ser, porque en las fotografías aéreas no se aprecia laguna alguna.


La pared rocosa que bordea la hoya donde está la laguna de Veiga Cimera. La nieve del fondo corresponde al Picón (1.863 m.)


La Campetona (1.833 m.), envuelta en el color rosa del brezo en flor

Las curvas de nivel del mapa aparecen muy juntas justo debajo de donde nos encontramos, y viendo el paredón rocoso a nuestra izquierda, me temo que tengamos a nuestros pies algo similar. Decido asomarme hacia el borde de la zona abierta y bastante plana bajo el collado en la que nos encontramos, y localizo una senda de ganado relativamente marcada, que se dirige hacia la izquierda, aunque sospechosamente ganando altura en vez de perdiéndola. La seguimos durante doscientos metros, luchando con las ramas de los arbustos de cuando en cuando, hasta que, por fin, se decide a bajar en dirección a la laguna. La nieve del invierno, tantos meses tapando la vegetación, la ha doblado tanto que resulta incómodo el avance en muchos puntos. A ello hay que añadir el ocasional árbol caído que obliga a dar un rodeo. El descenso, de sólo cien metros de desnivel, es rápido, y pronto se da vista a la hoya donde se debe de ocultar la laguna, al pie de la gran pared rocosa que habíamos visto antes.


La pared rocosa de antes, y ya se ve el fondo de la hoya donde está la laguna de Veiga Cimera


La Laguna de Veiga Cimera: una estrecha franja de agua llena de vegetación


Vista de la hoya de la laguna desde el oeste, con la ladera del Pico Prieto a la derecha. En la parte de arriba de la fotografía, en la mancha oscura, asomaba un colector que desagua desde la mina a cielo abierto de Coto Cortés

Un grupo de vacas, ya llenas de moscas a pesar de ser el mes de mayo, pacen tranquilamente en las orillas de, efectivamente, una pequeña laguna, de casi cien metros de longitud por no más de diez de anchura. Saliendo de la hoya hacia el oeste, por donde aparece un sendero mucho más marcado, encontramos los restos de un corro o chozo, ya engullido por la vegetación y la arboleda. Tras una pequeña cuesta, asoman dos pequeñas charcas unidas entre sí por un estrecho brazo de agua, y poco después, llegamos a las primeras hayas del Hayedo de Monasterio de Hermo. Aquí, un camino antiguo, casi imperceptible en algunos puntos, se sumerge en la penumbra del hermosísimo bosque, con las aún pequeñas hojas de las hayas de un verde intenso. Un tronco caído aparece poblado de grandes yesqueros, ese hongo que alcanza en ocasiones las dimensiones de un pequeño asiento.


Dos charcas gemelas son la transición entre el abedular y el hayedo de Hermo


Yesquero de grandes dimensiones en el tronco de un haya muerta. Y los hay bastante más grandes

No se tarda en alcanzar uno de los ramales de antiguas pistas mineras que recorren esta porción del hayedo -este ramal en concreto no figura en los mapas-, y que hacen de un paseo por él una experiencia sumamente relajante. Decidimos tomarlo en sentido ascendente, por ver si será por aquí por donde mi amigo Jorge oyó un verano en la Cabana de la Vaquera a un paisano decir que había pasado de Cerredo a las brañas de Narcea de Monasterio. La pista asciende pausadamente, alcanzando los primeros neveros, para morir abruptamente al pie de la ladera final empinadísima de los Altos de Veiga l´Abá. Un sendero toma el relevo de la pista y continúa avanzando en horizontal, pero desaparece apenas trescientos metros más allá. Definitivamente, el hombre aquel, o bien bajó campo a través la fuerte pendiente hasta la pista, o tomó otra ruta que aún desconozco.


Una antigua pista minera discurre por el hayedo


El Caniechas, visto desde una brecha del hayedo


Los restos de una antigua bocamina en el hayedo

Regresamos por la pista hasta el punto donde la alcanzamos, y continuamos por ella hacia las brañas de Monasterio, enlazando con los otros brazos de la pista que sí aparecen en el mapa. En las brañas ya aprieta el calor, y como buscamos un lugar para comer que tenga unas ciertas panorámicas, decidimos seguir, ya de vuelta hacia la Veiga el Palo por el Collado Alto. El tramo de ascenso, entre el brezo, no ofrece ningún lugar mínimamente interesante para hacer el alto, y no lo encontramos hasta el cruce de caminos del que parte el que sube hacia el nacimiento del río Narcea. El cruce del joven Narcea, aún con bastante agua, hay que hacerlo saltando de piedra en piedra, que requiere una mínima agilidad para no acabar con los pies en el agua.


Brañas de Narcea de Monasterio, al pie del hayedo más grande de Asturias


Última vista del hayedo de Hermo y el Picón desde las proximidades del Collado Alto

El cambio de provincia, vertiente y divisoria de aguas no produce significativos cambios en la vegetación ni en la cubierta vegetal. En la cabecera de la Veiga el Palo, la antigua laguna, hoy ya muy colmatada y consistente en una amalgama de pequeñas charcas, zonas de vegetación anegadas y pequeños montículos herbosos, llama la atención por la línea circular de estacas de madera en su centro, que impiden que el ganado penetre en las zonas más peligrosas, de donde una vez dentro no podían salir, y quedaban condenadas a una penosa muerte. El camino continúa, muy suavamente, el descenso veiga abajo, cruzando el arroyo de cuando en cuando, recibiendo de continuo pequeños afluentes por ambas vertientes, que contribuyen a que la veiga en ningún momento pierda su condición de gigantesca turbera que la caracteriza.


De la antigua laguna de la Veiga el Palo ya sólo queda una amplia zona encharcada


La línea de estacas que forma una amplia elipse en el centro de la laguna impide que el ganado se interne en la parte más peligrosa del tremedal, de donde no hay salida posible

Queda cruzar el arroyo junto a la charca de El Mosqueiro, esa lagunilla artificial redonda donde se hacinan en verano más de cien vacas. A veces cruzar el arroyo resulta complejo, y hay que buscar un lugar de vadeo más razonable, aguas arriba o aguas abajo. Por allí anda el vehículo de Luis que, últimamente, con los osos en celo y la separación de los grupos familiares, hay días que los pasa de sol a sol en el monte, sin tiempo de volver a casa para comer.


Junto a El Mosqueiro, el vehículo de Luis, currante infatigable


El Alto del Regalizo, protagonista del reportaje del mes de enero, cambia el blanco por el rosa del brezo en flor

En la Cabana de la Vaquera ya hay una pequeña muchedumbre, y varios vehículos aparcados en torno a ella. Ha sido una excursión magnífica, recorriendo parajes apenas deformados por la mano del hombre. Por lo que a Laciana le toca del recorrido, queda demostrado una vez más, que Laciana es mucho más que el carbón.




Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar



Mapa global del espacio natural Alto Sil con la ruta realizada en trazo azul. Pulsar en la imagen para ampliar



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10 comentarios:

  1. Lo más guapo de la ruta la moza que asoma por ahí

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  2. ¿¿¿¿No es esa la Bruxa de la Veiga El Palo????

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  3. Muy bonita ruta. Una alternativa para disfrutar de la Braña del Narcea sin pasar por Monasterio de Hermo.

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  4. Este Domingo, fuí con el coche hasta La Vega del Palo, que como tu bien dices, estuve a punto de dar la vuelta en la mina, pensando que me habia equivocado, una vez alli, nos dirigimos al Caniechas, por el Collado Alto y el Collado del Morteiro,la pena fué no haber echo el regreso por las brañas de Monasterio y visitar el hayedo, pero bueno asi ya tenemos un motivo para volver.
    Un saludo

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  5. - María: bruja sí es. No sé si la que tú dices
    - Carlos: Qué bien sabes que es mejor no pasar por Monasterio de Hermo
    - Gistredo: Un buen tute te diste. ¿No has pensado en crear un blog para compartir tus experiencias?

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  6. Es que los carteles con prohibiciones y advertencias acongojan al paseante. En Suecia tienen una ley el "Almenansrätten", literalmente "el derecho de todos los hombres", que permite el libre acceso a cualquier propiedad.

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  7. Carlos, esto está más cerca de África que del resto de la Europa civilizada. Yo entiendo que si el propietario de una finca se encuentra dentro a un turista tomando el sol, cuando se ha pasado meses preparándola y mimándola para el momento en que el ganado tome posesión de ella, se pueda sentir molesto. Otra cosa ya es el cerrar el paso a los caminos vecinales o pistas mineras abandonadas, en donde el pasar de mil suelas de bota (que no va a ser el caso, pero tiro muy por alto) poco daño pueda hacer. Es simplemente un pulso entre vecinos y administración: vosotros tiráis de decreto para hacer lo que os plazca y nosotros os boicoteamos al turismo, que total a un ganadero ningún beneficio aparente le deja. El turista, que no ejerce la misma presión que otros colectivos, como el de los cazadores, simplemente se aguanta y se larga con su dinero a otra parte.

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  8. Cierto. Aquí estamos en el lugar opuesto, el problema es que se cierran los caminos.

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  9. Muy buena la ruta. ¿De la bocamina fotografiada puedes decirme unas coordenadas UTM? Un saludo. Carlos

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