martes, 6 de enero de 2009

Tambarón desde el puerto de la Madgalena


El puerto de la Magdalena se adivina al fondo, a la derecha, tras el ancho valle plano cimero de su vertiente oeste.

A pesar de tener una altura ya razonable (1.438 m.), el puerto de la Magdalena no impresiona lo más mínimo al que lo atraviesa desde cualquiera de sus dos vertientes. Si hubiéramos de recorrerlo en bicicleta, diríamos que no es un puerto duro, aunque sí largo por cualquiera de sus dos vertientes -más desde Omaña-. Luego, al estar tan encajonado entre las montañas y extenderse con un valle plano hacia el oeste, la impresión de estar en un puerto de montaña es aún menor. De hecho, el que no lo conoce y lo sube por primera vez, se lleva una pequeña decepción al ver aparecer tan pronto y en lugar tan inesperado el cartel que indica el puerto.

Otra vista del puerto de la Magdalena, con el abedular de El Fasgarón detrás

Es lo que tienen estos puertos que no están en la línea divisoria entre Asturias y León: no tienen esas espectaculares caídas hacia el lado norte, donde el desnivel desciende bruscamente más de mil metros de altitud. Porque el puerto de la Magdalena salva el punto de unión de las últimas estribaciones de dos macizos: la sierra de Gistredo y la sierra de Villabandín, separada de la línea principal de la cordillera Cantábrica por el río Sil la primera, y por el río Luna la segunda.

Los prados de El Fasgarón y el abedular del mismo nombre

Del mismo puerto parte una excelente pista forestal en dirección noroeste que bordea exactamente la misma base de la montaña,
donde empieza de inmediato a asomar el abedular de El Fasgarón, una de esas joyas de la naturaleza omañesa en magnífico estado de conservación. Doblando la primera curva de la montaña, se penetra en el corto valle, de menos de dos kilómetros de longitud, que nos lleva a los prados de El Fasgarón, cuyo gran trajín en la recogida de la hierba en tiempos pasados refleja perfectamente Julio Álvarez Rubio en su libro sobre Omaña.

Poste señalizador de la ruta de las Fuentes del Omaña, que coincide en parte con la que aquí se describe, y realizada por el Consorcio Cuatro Valles

La pista, ya no tan buena como antes de que entráramos en este valle, gira ahora a la derecha y comienza el primero de los tres repechos más duros que nos tocó recorrer en este día, de finales del mes de julio de un año cualquiera. No se tarda mucho, sin embargo, en superar los algo más de doscientos metros de desnivel hasta el collado, de 1754 metros de altura, y que se encuentra en la loma que separa el valle de El Fasgarón de el de Vivero. Comienza ahora una horizontal travesía de un kilómetro hasta otro collado de similar altura, en el límite ahora con la finca de El Mular y, por tanto, del valle de Montrondo. Durante la travesía, mirando a la derecha, hacia terrenos de Vivero, vemos otro valle que sube hacia nosotros con una pequeña y bonita laguna en el final del mismo, que en algunos sitios llaman Laguna de Vivero.


La Laguna de Vivero

Sin mediar palabra, aparece la segunda cuesta singular del recorrido, más corta pero quizá más dura que la anterior. Coronando, ya nos encon
tramos a 1.900 metros de altitud y empezamos a tener acceso a nuevos y grandiosos horizontes: el Nevadín (2.088 m.) -que ya habíamos empezado a ver algo antes-, aparece ahora bien definido; la Peña de Valdiglesia, que recordemos que con sus 2.134 metros es la cumbre más alta de la sierra de Gistredo, aún más que el más célebre Catoute; y por supuesto, el Tambarón, cuyas dos cumbres se ven claramente a nuestro alcance.


La Peña Valdiglesia (izq.) y el Pico Braña la Pena (dcha.) desde la cuerda del Tambarón

Estamos en lo alto de una loma prácticamente horizontal de casi dos kilómetros de largo, y notamos como la pista por la que caminamos empieza a perder altura en dirección al pueblo de Salientes. Debemos abandonarla e intentar seguir la valla metálica de la finca de El Mular hasta que nos ofrezca un punto débil donde cruzarla o hasta que ya por fin desaparezca. La subida comienza muy levemente, superando un primer escalón que tiene una peña caliza a su izquierda. Otro tramo bastante llano y nos plantamos ante la subida final: los últimos cien metros de desnivel hasta la cumbre norte del Tambarón. No hay sendero claro pero se sube sin problemas por casi cualquier sitio. Al llegar arriba hay que buscar el mejor lugar para atravesar la pedriza que tapa completamente la cima de la montaña, siendo más favorable por el lado izquierdo de la cresta. En pocos metros llegamos al punto más alto, coronado por varios monolitos de piedras.

La cumbre sur del Tambarón (2.096 m.), vista desde la cumbre norte (2.097 m.)

Tras un descanso para repostar, iniciamos el descenso hacia el collado que separa la cumbre norte de la cumbre sur, pero en vez de subir a está última, decidimos girar a la izquierda y bajar a la pequeña plataforma en la base al norte de la montaña, donde hay un corral. Algo más abajo hay dos pequeñas lagunillas, cada una en un nivel distinto, que desaparecen de nuestra vista en cuando alcanzamos el corral. Desde este punto se tiene la vista más espectacular del Tambarón, con su rocosa cara norte, pequeña pero llena de placas verticales de cuarcita. Aparecen algunos senderos en varias direcciones y seguimos el que nos devuelve a la peña caliza que dejamos a un lado en el recorrido de ida.

La cara norte de la cima norte del Tambarón, lo más espectacular de esta montaña
 
El itinerario de vuelta es idéntico inicialmente, por la horizontal cuerda de mil novecientos metros de altitud, pero al llegar al final, en lugar de bajar por el segundo escalón del recorrido inicial, giramos 90º a la izquierda para perder altura por la loma lateral, completamente amarilla por lo tupido de la hierba, y que, dando la vuelta a la montaña al llegar a media altura, nos acerca hasta el mismo borde de la Laguna de Vivero, que antes vimos desde arriba. La laguna parece parcialmente represada, lo que habría aumentado su capacidad original, y vemos con satisfacción como se ha convertido ya en un buen mini-ecosistema acuático. Una corta subida de cien metros de desnivel, aunque ya con bastante calor, nos devuelve al collado de 1754 metros que pasamos por la mañana. Ya sólo falta el descenso a El Fasgarón y la suave pista hasta el puerto de la Magdalena.

Durante el regreso, damos un rodeo perdiendo altura hacia el valle de Vivero, pasando por encima de las brañas de Vivero. Entre ellas, se conserva un chozo con el techo vegetal

La Omaña Alta, al comienzo del verano, en que aún conserva casi todo el color verde en el pasto, es un lugar muy relajante para la vista. Sus montañas, suaves y onduladas, ofrecen una alternativa sin tensiones al caminante que viene de recorrer otras montañas más abruptas y de pasajes más complejos. Y no digamos ya si lo que se busca es la tranquilidad absoluta.


Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar



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5 comentarios:

  1. hola! esta ruta tiene pinta de ser muy guapa. el año pasado intente subir al tambaron desde montrondo remontando el valle del omaña pero ahi aparecio la simpatica y amable valla de la finca del molar, que me obligo a crestear duramente al tambaron por la izquierda (sur). mi pregunta es: ¿existe algun modo de acceder a esta finca para subir recto al collado o es modelo extremeño?(a joderse tocan). ¿como podría subir al alto del molar (o mular) para pasar a salientes desde la entrada a la finca? muchas gracias

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  2. Desde Montrondo la única opción para cruzar a Salientes es subiendo al Tambarón como subiste tú. Aún así, hay un sendero un poco antes del cartel de la finca de El Mular que te lleva cómodamente a la Laguna del Pozo Llao, y desde ahí, por la izquierda de la peña que hay encima, se sube fácilmente al Tambarón. La finca de El Mular es muy grande y corta cualquier otra opción de ascenso.

    Un saludo

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  3. Hola, no es posible pasar por la misma loma de los Pripinales para pasar a salientes desde montrondo? ¿o esta cerrado por la finca?

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  4. Perdona mi ignorancia, pero no me doy cuenta de cuál es la loma de los Pripinales. Desde Montrondo a Salientes no hay más narices que bordear la finca de El Mular por la derecha o por la izquierda. Por la derecha, subiendo sin camino a Peña Negra, y enlazando con la ruta que describo en el texto en el collado que hay justo al sur de la laguna de Vivero. O bien tomar la senda que le indicaba al otro Anónimo hacia el Tambarón. No es necesario subir hasta la cumbre, porque hay senderos que recorren la base del tramo final de la montaña, aunque a unos 2.000 metros de altura.

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