lunes, 26 de enero de 2009

Hasta la próxima nevada


Como siempre, circular fuera de las calles principales es delicado

Nada, simplemente unas fotos hechas esta tarde por ahí. La nevada terminó a mediodía, aunque ya hoy fue muy intermitente y apenas añadió nada a lo que había ayer. El sábado y domingo anuncian otra nevada más, a 700 metros de altitud. Y ni siquiera unos días por medio de sol para recargar las baterías, porque seguirá lloviendo en cotas bajas y nevando en las alturas.


En dirección al monte

Salí a dar una vuelta con un objetivo concreto, pero dos mastines carentes por completo de las más mínimas nociones de diplomacia y capacidad de diálogo frustraron mis planes, y terminé desviándome por una calecha infame y estrecha, cruzada de lado a lado por numerosas zarzas, y con un caudaloso reguero corriendo por el centro, mientras uno de los mastines hacía ademán de intentar seguirme. Mientras, otra pareja de canes de la misma etnia me seguían en paralelo justo por el camino por el que tenía pensado volver, también con muy malos modales.


La calecha o camino, con un incómodo reguero en medio

La calecha -camino, para los no astur-leoneses-, estaba finalmente cortada por un infranqueable árbol vencido por el peso de la nieve, y no hubo más narices que regresar por el mismo sitio, justo cuando la segunda pareja de mastines dejaba libre la vía de escape inicial, para dirigirse precisamente adonde yo me dirigía ahora. Sin más arma que un endeble paraguas para plantarme ante cuatro mastines defendiendo su territorio, me imaginaba que, por lo menos, iba a haber palabras fuera de tono. Aunque el mastín leonés es uno de los perros más nobles que hay y casi siempre terminamos haciendo buenas migas, cuando defienden lo suyo siempre hay algún ejemplar rudo e inflexible que le hace pasar a uno cuando menos un mal rato. La suerte estuvo de mi parte, porque justo en el momento clave apareció el dueño de los dos primeros en su Land Rover y los otros dos detectaron mi paso ya un poco tarde.


La calecha, en el único punto ancho y despejado

Acabo de limpiar con la pala un espacio para que pueda aparcar el camión del gasóleo de la calefacción, porque sólo queda ya para unos poco
s días, y era precisamente la sección de calle donde cayó toda la nieve del tejado. A casi un metro de espesor por diez metros de largo y tres de ancho, estoy muerto. Y eso que este invierno he paleado como un maquinista de tren de carbón. Pero no termino de coger el punto de forma.


Lo paleado a un lado...

Ahora que he terminado de palear, curiosamente deseo que no nieve un solo copo esta noche. Lo que es el egoísmo...


...y lo paleado al otro



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2 comentarios:

  1. Lamentamos que no hayas culminado tu dura excursión calecha p'arriba y tuvieras que volver sobre tus pasos (supongo que ibas equipado con "neofreno antiagua"), siempre vigilado por unos excelentes vigilantes que no tienen aún desarrollado el olfato para detectar a la buena gente. De todas formas mantuviste el aplomo y la actitud para regalarnos unas fotinas de como ha caído la nieve en Tsciana n'estos días, conservando fuerzas para palearla a la puerta casa.
    A veces la ruta más diícil la tenemos cerca de casa.
    Ánimo.

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  2. La adrenalina acumulada en el encuentro con las fieras vino bien para iniciar el deslomamiento posterior. Lo malo es que se me acabó a la mitad y el resto de las energías las saqué de no sé muy bien dónde. Para más INRI, al día siguiente vino el camión, y en vez de mandar el pequeño, que es lo habitual en estos casos, mandaron el mediano, que no cabía en el hueco que había limpiado. La cara de bobo que se me quedó fue monumental, como podéis imaginar.

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