lunes, 6 de julio de 2009

Abedulares de Montrondo y Murias de Paredes


Abedular de Murias de Paredes. En la imagen sólo aparece un tercio de toda su extensión

La tarjeta de presentación de la naturaleza en la Omaña Alta son sus abedulares. Son abedulares magníficos, de una gran calidad, y bien conservados. En ellos aún se puede encontrar al urogallo cantábrico, y el oso pardo es cada vez visitante más asiduo, si es que no se ha asentado ya definitivamente en alguno de sus rincones. Sin apenas separación, el abedular de Montrondo continúa con el de Murias de Paredes, siendo éste último el más oriental de todos los de Omaña. A ellos, aunque el recorrido descrito fue periférico y no penetró en su interior, me refiero en esta entrada.


Abedular de Montrondo. Ambos abedulares están separados por el Cueto de Montrondo


El Cueto de Montrondo, y al fondo, con una mancha de nieve, la cumbre sur del Tambarón (2.096 m.)

Montrondo y Murias de Paredes son dos localidades altísimas, a casi 1.300 metros sobre el nivel del mar. Las precipitaciones aquí no son tan intensas como en Babia o Laciana, pero siguen siendo copiosas. Son pueblos que conviven con las nieves invernales durante varios meses, recibiendo una nueva nevada cuando aún no ha acabado de quitarse la anterior. La vega que forma el río Omaña a su paso junto a estos dos pueblos es amplia y muy fotogénica, con el abedular de Murias en su borde meridional. La imagen es pacífica, idílica y muy serena.


En la Omaña Alta están desapareciendo rápidamente senderos, caminos y prados, por el envejecimiento de la población y abandono de la ganadería. Las laderas al inicio del valle que va de Montrondo al Tambarón se encuentran aterrazadas en muchos lugares, señal de que allí se cultivó cereal en tiempos pasados. Los pastos abandonados empiezan a ser colonizados por helechos, precursores de los piornos y escobas que después vendrán

La referencia para informarse sobre Omaña -cómo no- es otro de los libros de Julio Álvarez Rubio, titulado precisamente así. Las hermosas fotografías de Roberto ilustran las descripciones de este escritor lacianiego, tan brillante como injustamente desconocido fuera de nuestras montañas. Julio describe con el corazón a los personajes que va encontrando en su camino, con su fascinante y fino sentido del humor. Julio es un artesano de la palabra, a la que moldea y maneja a su antojo para crear fluidos y amenos textos. Julio, además, sabe transmitir la intensidad de la vida, con el mejor y el peor rostro que la vida nos puede ofrecer, como sólo saben dar a conocer los que han conocido el dolor más profundo, y los que saben ver la belleza donde para muchos no la hay.

Del libro Omaña. Pueblos, paisajes y paseos, quería extraer un pequeño pasaje, referido a Montrondo:

[...] Muy por encima, el Tambarón (2.102 m) ofrece panorámicas espléndidas que alcanzan más allá de Babia, Luna y los valles del Sil. Allí arriba, al pie de los circos glaciares, manan fuentes caudalosas y se extienden camperas interminables a cuyo alrededor medran arándanos, gencianas y sabinas rastreras. Para llegar hasta las cabeceras del río, quizá pienses en buscar un guía autóctono. Pero, según Benigno el del Campo, eso no es imprescindible. En cierta ocasión, un excursionista le preguntó:

¿Puede uno perderse?
Perderse siempre es fácil, pero intrascendente -contestó.
¿Cómo que intrascendente?
Sí, hombre. Lo que de verdad importa es encontrarse. Escucha bien: si llega el caso, basta con que te tranquilices, te abraces a ti mismo y te palpes. Seguro que te encuentras y, cuando uno se encuentra, también encuentra su camino.

Benigno es filósofo, sabio por estudioso y por viejo y dueño de un sentido del humor tan sutil e inteligente que desconcierta al más templado. Escribe poesía y a veces utiliza el seudónimo de Pedro Pintarruecas. [...]


Libro sobre Omaña publicado por Edilesa

La ruta en cuestión parte de la plaza de Montrondo, al final de la enrevesada y curvilínea calle principal que recorre el pueblo. Allí, la calle se convierte en pista de tierra, cruza el río Omaña y avanza junto a una pequeña pared vertical de roca al lado izquierdo y el río siempre a la derecha. Haciendo caso omiso a dos caminos que quedan a la izquierda, seguimos valle arriba hasta que el valle se empieza a abrir, lugar donde ya veremos de frente la densa franja del abedular de Montrondo. A la derecha, al fondo, aún lejano, ya asoma el Tambarón.


La cima sur del Tambarón


Las dos cimas gemelas del Tambarón, y a la izquierda, el abedular de Montrondo


El collado 1.565 al norte del Cueto de Montrondo

La primera desviación a la izquierda, al pie del abedular, es la que tomé, para volver prácticamente en dirección opuesta a la que llevaba, sólo que ganando altura y con una ligera desviación hacia el sur. El abedular está tan próximo que no se ve ni se disfruta. Avellanos -montones de ellos- y piornos hacen de biombo que impiden disfrutar de lo que hay detrás. La pista luego gira hacia el sur completamente, y ya con bastante pendiente, se dirige hacia el collado de Vicicuende, que da acceso al Valle Gordo, y concretamente al pueblo de Fasgar. La pista no llega exactamente hasta el collado, sino unos metros más arriba, para seguir luego, casi por el cordal, hacia el este, por la sierra del Oceo, en dirección al abedular de Murias. En el primer camino que parte a mano derecha, salgo al cordal para, por un ancho desbroce, dirigirme hacia la cota más alta que alcancé en otra excursión este último invierno, de 1.785 metros de altura. En Peña Cefera y Fernán Pérez ya no queda nada de nieve. Parece mentira cómo cambia el paisaje en sólo tres meses.


El collado de Vicicuende (1.639 m.)


De izquierda a derecha, Catoute, Cerneya y Peña Carnicera. Comparar con la del mes de marzo


Las dos cimas del Tambarón (2.096 y 2097 m.) desde la cota 1785

Desde esta cota, regreso al cordal este-oeste, y lo recorro hasta el collado más marcado de la zona, de 1.700 metros, donde se enlaza con la pista. Ya estoy encima del abedular de Murias de Paredes. Ahora por la pista, regreso hasta las proximidades del collado de Vicicuende, donde, según el mapa militar, hay un camino que, pasando por el collado de 1.565 metros -el que separa el Cueto de Montrondo del abedular de Murias-, desciende hasta la carretera entre Montrondo y Murias. Pero, por más que lo busco, no encuentro nada de nada, salvo un par de sendas de túnel entre los piornos, tan cerradas, que no invitan para nada a entrar en ellas, teniendo en cuenta que hasta el collado 1.565, hay casi un kilómetro de aparentemente cerrado matorral y bosque. Unos días después, haciendo el recorrido a la inversa, descubriría que la cosa no era para tanto. Así que, en aquel momento, y por falta de información, no me queda otra opción que regresar a Montrondo por el mismo lugar por el que subí.


El desbroce, hecho arte. Ladera de la sierra del Oceo que da a Vegapujín


Peña Cefera (2007 m., izqda.) y Fernán Pérez (2058 m., dcha.). Al pie de la foto, la cabaña de Posada




Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar




Mapa global del espacio natural Alto Sil con la ruta realizada en trazo azul. Pulsar en la imagen para ampliar




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miércoles, 1 de julio de 2009

Las lagunas de Los Fueyos


Majestuoso, el Catoute (2.112 m.) es la montaña de referencia de la sierra de Gistredo, sin ser la más alta. Las lagunas de Los Fueyos quedarían fuera de la fotografía, a la derecha, a mitad de ladera

La montaña más famosa y retratada de la sierra de Gistredo, que es también -incluso por delante del Cornón-, la más oída del espacio natural Alto Sil, es el Catoute. Su figura es llamativa incluso por su vertiente sur, algo de lo que no pueden presumir la mayoría de las montañas de esta porción de la cordillera. Pero es por el norte por donde llama más la atención, con su dentada arista norte, y sus placas verticales de cuarcita. Todo es relativo, claro, y esta montaña pasaría desapercibida en Somiedo, y apenas atraería una mirada de soslayo si estuviera enclavada en los Picos de Europa. Pero supera en otros atractivos, menos burdos y evidentes, a muchas de las montañas de las dos zonas que acabo de mencionar.


El Catoute y su arista norte desde una de las lagunas de Los Fueyos

Por ejemplo, diría que en su ladera norte se encuentra -según Julio Álvarez Rubio, y no andará desencaminado- la mayor extensión de arandaneras de toda la región. Desde luego, las hay a millones, aunque en un desbroce gigantesco de hace unos pocos años hayan exterminado unos cuantos miles, que afortunadamente ya empiezan a rebrotar. Otro atractivo de esta montaña es que por allí pasa, con mayor o menor frecuencia, el oso pardo, que ya se ha asentado definitivamente en el entorno, encontrándose excrementos suyos incluso a pocos metros de la cima. Y por supuesto, que para ascender a ella, hay que hacerlo desde cuatro poblaciones excepcionales en su belleza, como son Salentinos, Salientes, Primout o Colinas del Campo.


La Fuente de las Chávanas, en la ruta de Salentinos al Catoute, llamada así por las chávanas o llávanas (lajas de piedra) que la forman


La Fuente del Quicio, al inicio de la subida final al Catoute, en la base de Peña Carnicera. Una piedra cóncava canaliza el agua pura y limpia de este manantial, libre de contaminación por el ganado


La Fuente de la Perdiz, otro manantial ligeramente acondicionado para poder obtener agua sin mácula. Se encuentra al otro lado del arroyo, poco más abajo del final de la gigantesca pedriza que rodea el Catoute

En el cordal que parte desde su cumbre hacia el este (hacia Primout), se encuentran lo que para mí son las más claras huellas de circos glaciares de toda la sierra de Gistredo y del Alto Sil. Los glaciares rocosos en la ladera norte del Alto de Calongán, de Fana Rubia, Los Corros, Peña Roguera y La Bobia son espectaculares. Es casi como ver la extensión libre de hielos que se derritieron en el frente del glaciar de la Maladeta (Pirineo de Huesca) en las últimas décadas. Con algo más de vegetación, el aspecto es increíblemente parecido, a pesar de los miles de años transcurridos desde que los glaciares desaparecieron de aquí.


Ya iniciada la subida final, sin tregua, al Catoute. En primer término, un corro abandonado

La ruta más habitual al Catoute quizá sea la que parte de Salentinos, aunque no debe de ganar en número de caminantes por mucho a la que procede de Colinas del Campo. La que viene desde Salentinos es más larga, siendo los primeros kilómetros de suave y paulatino ascenso, que permite ir entonando los músculos y eliminando toxinas. La que sube desde Colinas tiene un primer tramo llano muy corto, otro algo más largo de pendiente moderada, y una demoledora cuesta intermedia que gana de golpe casi toda la altura de la ruta. La arista norte, que se puede hacer procediendo de Salientes, Salentinos o también Colinas, nos permite disfrutar (o morirse de miedo) en sus pasos algo aéreos, y pasar por la cumbre de la más alta y menos conocida Cerneya, así como tener una magnífica visión de las preciosas lagunas de la Rebeza. Otra ruta, más larga y menos usada, es la procedente de Fasgar, en Omaña, a través del Campo de Martín Moro, o de Santiago.


Buscando al oso en la ladera de la Cerneya (2.117 m.), infructuosamente. A saber por dónde andará

Pero hay muchas otras alternativas, como la de subir a Fana Rubia desde los Montes de la Ermita, y desde ahí, en breve, alcanzar la cima del Catoute. O realizar todo el largo cordal a cuyos pies se encuentran los circos glaciares que antes refería, procediendo desde el refugio de El Pedrosillo, encima de Primout. O, también desde Colinas del Campo, abandonar la ruta del Catoute justo antes del tramo duro, y ascender por las lagunas de la Rebeza y la Cerneya, para seguir por la arista norte. En invierno, con algo de ambiente de alta montaña, escalar las canales de su cara noroeste, que no parecen tener más dificultad que el que puede tener un corredor de nieve dura.


Argayo (desprendimiento) desde la arista norte del Catoute. Según Teresa, vecina de Salentinos, ocurrió durante las torrenciales e históricas lluvias de octubre del 2006

Aparte de las lagunas de la Rebeza -no visibles desde ninguna de las dos rutas normales al Catoute- viniendo por la ruta normal que sube desde Salentinos seguramente que todos se habrán fijado en unas pequeñas lagunillas, informes y colmatadas, que quedan varios centenares de metros a un lado del sendero de ascenso. Son las lagunas de Los Fueyos. Una de ellas, la de menor altura, seguramente sería la mayor laguna de toda la sierra -después del Pozo Llao de Montrondo- si no fuera porque el agua, al llegar al centro de ella, se cuela por un misterioso sumidero, para volver a aparecer no se sabe dónde, pero seguramente a bastante distancia de allí.



Mastina montañera en la cima del Catoute


Belén instalado en la cima del Catoute por la Peña Gistredo de Bembibre. No puedo dejar de acordarme de Eloy Gundín, que
padece en estos momentos un cáncer. Eloy ha subido más veces a esta cumbre de las que podrá recordar y es uno de los principales difusores del montañismo en El Bierzo

En una ascensión ordinaria a la cima del Catoute desde Salentinos, decidí, al regreso, visitar estas desconocidas pero hermosísimas lagunas. Para el que venga de otras cordilleras, si espera encontrar lo que habitualmente se ve en Somiedo o en los Pirineos, la decepción será supina. Estas lagunas son más bien charcas, de origen glaciar, que no citaría en este reportaje si sus dimensiones las hubieran hecho ya tan famosas que aparecieran por doquier en internet. Como no aparecen por ningún sitio, y es obligado conocer nuestro patrimonio para poderlo valorar y defender, es por lo que se citan en este blog.


Dos de las tres lagunas de Los Fueyos, como se puede ver, muy colmatadas ya


Peña de Valdiglesia (2.134 m., centro), la montaña más alta de la sierra de Gistredo, desde las desperdigadas pozas de la laguna superior

A la hora de clasificarlas, se podría decir que son cinco lagunas o charcas. Dos de ellas, muy pequeñas, se encuentran separadas del resto, y a mayor altura. Desconozco si estas dos se consideran también como parte del conjunto que se nombra como lagunas de Los Fueyos, aunque tengo la impresión de que no. Las inferiores son fáciles de situar en la última edición del mapa militar, en la hoja de Toreno, donde aparecen como dos pequeños círculos azules en las proximidades de un paraje que aparece como Los Fueyos. Más abajo de ellas estaría la hoya más grande, al pie de una gran morrena frontal después de la cual la montaña comienza una vertiginosa caída hacia el fondo del valle.


A algún montañero, en una ráfaga de viento o un descuido mientras ascendía por nieve dura se le escapó la chaqueta, que terminó en el desagüe de la primera laguna. No, no había restos humanos dentro. Lo blanco es el relleno de la chaqueta, que ha salido al exterior


Paraíso vegetal en la laguna intermedia de Los Fueyos

Desde la más baja de las dos charcas superiores, un arroyo hace de desagüe, y termina aportando agua a la primera de las tres lagunas inferiores, que no aparece en el mapa militar. Desde ésta, muy colmatada y dispersa, el arroyo continúa hacia la siguiente, la más grande, para luego despeñarse en pequeños saltos hacia la última. Ésta, como ya indicaba antes, tiene en su borde inferior una gran morrena central de una de las etapas glaciares de otros tiempos, y está bordeada por un ya casi indefinible corral, muy antiguo, y los restos de un chozo o corro. Viendo el nada despreciable caudal del arroyo que allí llegaba, me extrañaba que aquella última laguna apenas tuviera agua, teniendo en cuenta de que todo alrededor de la laguna son elevaciones y no hay desagüe. Pero en la zona central de la fosa, con un cierto ruido, el agua penetraba claramente entre unas piedras, y desaparecía en el interior de la tierra. Una lástima, porque aquí hay caudal para formar una laguna no ya sólo grande, sino de algunos metros de profundidad.


La hoya donde se encuentra la última laguna, que apenas tiene agua porque se va por un sumidero


Por entre estas piedras blancas se esfuma hacia el interior de la tierra el agua del arroyo que une las tres lagunas con otra charca más arriba

Las lagunas de Los Fueyos, un diminuto paraíso natural.





Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar




Mapa global del espacio natural Alto Sil con la ruta realizada en trazo azul. Pulsar en la imagen para ampliar



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