lunes, 9 de marzo de 2009

El Mirador de Peña Cefera


Peña Cefera, una de las montañas más hermosas de la Sierra de Gistredo, y quizás la más espectacular de Omaña

No, no estuve hoy en Peña Cefera. Ni siquiera cerca. Bueno, cerca sí, pero al otro lado del valle. Quería ver Peña Cefera con nieve. Con la cantidad de nieve que hay ahora. Igual ya nunca más habrá tanta. Los más viejos del lugar recuerdan inviernos así, pero los de mediana edad no. Éste será el último. Dentro de cuarenta años, cuando vuelva otro gran invierno, las temperaturas no dejarán que caiga tanta nieve. Este invierno hay que plasmarlo, hay que fotografiarlo. EL ÚLTIMO GRAN INVIERNO.


Casa de Vegapujín, en la comarca de Omaña

En la página web sobre Vegapujín, Agustín Solabre muestra unas fotografías de todo el macizo que incluye Peña Cefera, Fernán Pérez y el abedular de La Guariza - el más grande de Omaña, con 365 hectáreas de extensión -, desde el paraje de Las Chanas, - Las Llanas en el mapa militar -. Pues para allá que fui.


Vegapujín, al pie de las peñas calizas conocidas como La Peñina y La Peñona

Partiendo de la iglesia de Vegapujín, y abandonando el camino encementado que se dirige hacia el cementerio, sale a la derecha un ancho camino de tierra, feo, informe, áspero y destrozado por tanta agua y hielo de todos estos meses. No es un camino interesante, ni tampoco lo son los paisajes que vamos dejando a cada lado. Este camino es un mero vehículo para llevarnos al mejor mirador sobre Peña Cefera.


Enorme depósito de agua en el inicio de las zetas del camino

Sabía que iba a haber nieve, porque Vegapujín está situado a 1.275 metros de altura. La idea era subir hasta los 1.600 metros de altitud como mínimo, hacer unas fotos de todas las cumbres y explorar algo más por la zona. A esas alturas aún hay mucha nieve. El último frente fue hace nada y las nieves de los temporales anteriores también suman espesor a lo más reciente en las cumbres. A pesar de saber eso, y sin siquiera caer en la cuenta de ello, fui sin polainas y con unas botas viejas, no demasiado viejas, pero no lo suficientemente nuevas como para caminar varias horas por nieve blanda.


El espesor de nieve a sólo 1.500 metros de altitud es sorprendente. Al fondo, la cota 1.684

El camino, que avanza valle arriba paralelo al cauce de un arroyo que circula de norte a sur, gira hacia el oeste y comienza a ganar altura zigzagueando por la ladera de un valle subsidiario. Aquí ya hay mucha nieve, que protegida por el talud del camino, se ha ido acumulando nevada tras nevada, sobrepasando en algún punto el metro y medio de espesor.


Peña Cefera (izqda. 2.007 m.) y Fernán Pérez (dcha. 2.058 m.), los dosmiles más orientales de la Sierra de Gistredo

Al fondo, en el ventisquero de la montaña más próxima, ha habido una avalancha de nieve. Se ve perfectamente el borde de la placa de viento que se fracturó, con un frente de unos cincuenta metros. Debajo, los derrubios se han llevado por delante los pocos abedules que crecían allí. Hay bloques enormes. Una persona que se hubiera visto envuelta en el alud hubiera quedado sepultada completamente. Y estamos hablando de una montaña de solamente 1.600 metros de altitud.


El punto de fractura de una avalancha de placa de viento, ya medio disimulado por la última nevada


Al pie, una extensión de 150 x 100 metros llena de grandes bloques. Una avalancha mortal, si coge a alguien en su recorrido. Si esto ocurre en Omaña, a 1.600 metros de altitud, ¿qué no estará ocurriendo ahora mismo en las grandes cordilleras?

Llego a la loma, anchísima, llena de bancales, todos abandonados. Aquí pega el sol con fuerza y la nieve escasea. La vista no sólo incluye Peña Cefera y Fernán Pérez, sino que más a la derecha asoman ya el Catoute, Cerneya, Peña Carnicera y Tambarón. Un zorro corre que se mata a poca distancia. Lástima que la cámara sea tan lenta en sacar de su funda, enfocar y disparar. Para entonces, ya ha desaparecido. Bordeo la cumbre de 1.684 metros por la izquierda, hasta alcanzar el collado que la separa de otra cumbre más al norte. Las montañas de este lado del valle son anodinas, demasiado suaves y monótonas para retenerlas en la retina y en la memoria.


En el centro del recuadro azul se percibe una tenue línea blanca. Es el canal romano que desaguaba los Llaos de Baucín y se dirigía durante varios kilómetros hacia el este. En el día de hoy se apreciaban dos kilómetros del recorrido.

Mirando hacia Peña Cefera localizo por fin el canal romano que llaman 'La presa antigua', descrito en dos páginas del libro de Julio Álvarez Rubio sobre Omaña. El invierno es la mejor época para divisar el trazado de los canales romanos - abundantes en los montes de Rabanal, en Laciana -, y de todo tipo de senderos que durante el resto del año no son distinguibles. Líneas tenues, pero lo suficientemente delatoras. Veo el canal durante unos dos kilómetros, desde las Peñas Porrinas. Pasé junto a él un verano, al ascender, pero no localicé nada. Caminé por él, incluso, unas horas después, según distingo ahora, también sin saber que era él. Ahora, ya no me cabe duda.


También asoman, de izquierda a derecha, Catoute (2.112 m.), Cerneya (2.117 m.) y Peña Carnicera (2.032 m.)

Alcanzo la siguiente cumbre, cien metros más alta, ya próxima a la divisoria con el valle de Montrondo, pero no sigo más. Había pensado en regresar por el siguiente valle hacia el oeste, que baja directamente a Fasgar, pero no se ven caminos en la parte alta y hay demasiada nieve para tanto descenso. Ya siento humedad en los pies. No, voy a volver por el mismo sitio, haciendo alguna variación. Ahora asciendo la cota 1.684 que antes bordeé, y me acerco al borde mismo de la placa de viento que se rompió. No es de la última nevada, porque ha nevado encima. El borde de la placa, antes de romperse, debió de tener casi un metro de espesor. Unas cuantas toneladas de nieve que, sin previo aviso, decidieron irse ladera abajo. ¿Quizá algún animal al pasar? Imposible saberlo. Miro con los prismáticos hacia Peña Cefera y Fernán Pérez, buscando algún otro alud, porque allí hay mucho más espesor de nieve, pero no veo nada, aparte de algunas inquietantes cornisas en el cordal.


El Alto de la Cañada (dcha. 2.154 m.) es la montaña más alta de Omaña, que la separa de la comarca de Babia

La nieve del camino está demasiado blanda ahora, y me hundo en ocasiones hasta la rodilla. Acorto las zetas del camino campo a través, donde hay mucha más pendiente pero la nieve está más dura, y que permite bajar casi a la carrera. Tengo los pies empapados al llegar al coche. Y como no me gusta tener los pies húmedos en las botas mucho tiempo, y no he traído calzado de repuesto, no me queda otra que la de siempre: conducir con los pies desnudos hasta casa. Alguno dirá: "pues vaya irresponsable". Pues no. Con las plantas de los pies se tiene una mayor sensibilidad y tacto con los pedales, y se conduce incluso mejor. Cuesta un poco acostumbrarse al principio, pero nada más.


Iglesia de Vegapujín, donde comienza la ruta

En coche ya, de regreso Valle Gordo abajo, al pasar por Marzán, descansa el perro pelmazo que tanta lata me dio por la mañana. En Marzán estaba cortada la carretera por obras y te desviaban por un camino de tierra que parecía totalmente abocar a un callejón sin salida junto a las huertas, pero que de improviso volvía a la carretera unos metros más arriba del tramo cortado. Un perro, plomo como él solo, decidió que no me iba a dejar pasar, mientras no paraba de ladrarme. Se iba apartando ligeramente al avance del coche, pero no lo suficiente como para que yo pudiera saber cuándo estaba a punto de golpearle con la defensa. De hecho, alguna vez creí sentir que le había embestido. Llegó un punto en que se plantó y ni siquiera al mover el coche hacía ademán de moverse. No soy capaz de atropellar a un perro, e incluso ni a una lagartija, así que el tontaina me tenía contra las cuerdas. Aprovechando un despiste suyo, metí zapatilla (bota de trekking en este caso) y cuando se quiso dar cuenta, ya iba yo camino del siguiente pueblo.


Nieve por todas partes. La doble cumbre del Tambarón (2.098 m.)

Mientras haya vida en un pueblo, habrá perros en él. Supongo que el día en que deje de contar batallitas con los perros será señal de que los pueblos de la montaña leonesa han terminado de morir. No, mejor que siga habiendo perros. Total, aún no me ha mordido ninguno...


Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar



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6 comentarios:

  1. Una gran labor la que estás desarrollando, para poner en alza todo el patrimonio de la comarca del Alto Sil.
    Se aprecia tu amor por la montaña en la cantidad de rutas que nos brindas en tu blog, complementadas con todo lujo de detalles en cuanto a descripción y fotografías.
    Gracias por el enlace que has puesto a Moal "Puerta de Muniellos" y por tus comentarios en el mismo.
    Saludos.

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  2. José: tu blog fue el primero que vi de todos los del Occidente, y me pareció increíble. Es una referencia para los que acabamos de empezar.

    Un abrazo

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  3. Hola! Hace unos días un grupo de vegapujin estubimos en peña cefera, me ha hecho ilusión encontrar este blog. Os recomiendo que subais, tiene unas vistas geniales.
    saludos

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  4. Creo que casi todos los que vamos por alli hemos subido a Peña Cefera.....como siempre digo....es nuestro Everest particular.Yo tambien lo recomiendo.

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  5. Holas,¿Quien de los que de alli somos no ha subido a Peña Cefera ,El tambaron Suspiron y no ha ido a la Virgen de la Casa? , eso es sagrado y ahora han puesto una mesa en la fuente de Fonflorin, esta al sol ,pero van a plntar unos arboles
    Saludos
    Fernando

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  6. hola recomiendo a todo el mundo que haga una visita,es maravilloso ,no tiene comparacion con nada.

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