miércoles, 29 de octubre de 2008

La nieve ya está aquí


Robledo, el gran bosque entre Villaseca y Lumajo

Después de día y medio nevando -aunque el grueso del espesor se debe a lo caído esta mañana- el paisaje del Alto Sil ha cambiado bruscamente del verde o amarillo al blanco. El hecho de que los árboles aún conserven mucha hoja crea una composición de color que pocas veces se ve. El blanco brillante de la nieve moteado de pintas rojas, amarillas y verdes. Realmente fascinante. Como el temporal aún va a mantenerse durante casi una semana, el fin de semana será un buen momento para disfrutarlo plenamente.


Lumajo es el pueblo más alto de Laciana y el espesor de nieve es considerable

El reportaje fotográfico de hoy transcurre en Lumajo y sus alrededores. Una copiosa nevada matutina ha dejado unos treinta centímetros de espesor en este pueblo, el más alto del Alto Sil. La carretera entre Villaseca de Laciana y Lumajo amenaza con quedar cortada de un momento a otro, debido al peligroso vencimiento de las ramas de los árboles sobre la carretera, por el excesivo peso de nieve que retienen con tanta hoja. Algunas ramas han caído ya, aunque lo peor está por venir.


Calle de Lumajo

Como decíamos en la entrada anterior de este blog, tanta nieve en esta fase del otoño es mucha más de la que la naturaleza está preparada para admitir. Habrá que hacer balance dentro de una semana. Entretanto, no queda más remedio que disfrutar del blanco y de los colores arbóreos que lo complementan.


Las fotografías de esta cámara no reflejan el hermoso contraste de color




Tanta hoja que aún no ha caído ofrece demasiada superficie donde acumular nieve que, si además se hiela, aumenta considerablemente el riesgo de partir ramas o incluso de arrancar el árbol de cuajo




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lunes, 27 de octubre de 2008

Nevadas prematuras


Cueto de Arbas, el 2 de noviembre del 2004

Estaba intentando recordar grandes nevadas en el mes de octubre y no caigo en la cuenta, la verdad. Haberlas, húbolas de forma natural en la década de los setenta, pero la naturaleza ya estaba ajustada al clima del momento. Porque ése es uno de los grandes peligros de una nevada de gran espesor en este mes. Ahora dan previsión de nieve desde el martes al domingo inclusive, por debajo de 1000 metros de altura. Lo que supondrá muchos más centímetros de lo que la época lo permite.


Precoz escalada invernal en Peña Ubiña a mediados de noviembre de 2004

Recordaba una nevada de mediana intensidad de finales de noviembre del 2005, en que los robles, aún con mucha hoja, se cargaron excesivamente de nieve y muchas de sus ramas se troncharon ante tanto peso. Ahora mismo no sólo los robles, sino que todos los árboles conservan mucha hoja aún. Vamos, que el resultado sobre los bosques puede ser catastrófico. Árboles arrancados de cuajo, ramas partidas por todas partes, caminos intransitables, cantaderos de urogallo tapados, etc. Y lo malo es que todo ese caos arbóreo quedará ahí, porque no hay manera de limpiarlo.


Nevada a 1.000 metros de altura de finales de noviembre del 2005 que tronchó numerosas ramas en los robles

Yo hubiera dado la bienvenida a cualquier gran nevada en cualquier mes del año, pero la naturaleza tiene sus tiempos, se ha ajustado a la climatología de cada lugar, y estos desajustes tan desconcertantes no suelen tener buenas consecuencias.

Al retirarse las grandes glaciaciones, el bosque fue recuperando terreno y ascendiendo de cota hasta llegar a los límites que conocemos ahora. La cota máxima de un árbol depende de las bajas temperaturas que puede soportar. Y en las especies que viven en la alta montaña, de la nieve que puede aguantar en invierno sin partirse.

La conclusión de estos pensamientos es que nieve sí, pero así no.

¿Y quién es el culpable de todo esto? ¿El clima? No, como siempre, nosotros, que nos lo hemos cargado. Ahora, los que sufren las consecuencias no sólo somos nosotros, sino la fauna y la flora, que sin comerlo ni beberlo, ven alterado el curso natural de las estaciones y tienen que adaptarse a ello o pasar a mejor vida.



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jueves, 23 de octubre de 2008

Buzongo... y media vuelta


Primera vista de la loma del Pico Buzongo desde el valle de Orallo. La cima no se ve.

El Pico Buzongo es una montaña que sólo existe por uno de sus cuatro lados. Seguramente muchas de las personas que han pasado por su cumbre no tienen constancia de haber ascendido a la cima de una cumbre individual. Precisamente porque por donde pasa el caminante habitualmente, la cumbre del Buzongo no es nada. Se encuentra emplazada entre el Pico Cogollo y el Cogollo de Cebolleo, dividiendo el collado que las separa en dos subcollados y apenas elevándose unos metros sobre ellos. Visto desde la vertiente somedana tampoco hay constancia de tal cosa como el Pico Buzongo. Pero si llegamos desde el sur, claramente ahí está, elevándose por una larga loma de unos dos kilómetros de distancia. Eso sí, cuando llegas arriba, descubres que estás en un collado.


La Poza de la Mochada. Un lugar para el baño... pero ciertamente no ahora

Parece que este otoño es un otoño estándar, a difere
ncia del que tuvimos el año pasado. Ésta es la segunda nevada del mes de octubre. Algo más intensa que la anterior y parece que de momento dura algo más porque los días ya son más cortos y más fríos. En la jornada de hoy teníamos la referencia visual de algunas caras norte de montañas de la Sierra de Gistredo y en concreto parecía haber desaparecido la nieve por debajo de los 1.600 metros de altura. Evidentemente, en cara sur, que era lo que tocaba hoy, esa cota debería estar mucho más arriba. Así que las polainas se quedaban en casa. No es que pesen mucho, pero llevar por llevar, pues tampoco es.


Cogollo de Cebolleo, el objetivo del día. ¡Pero qué pesado es atravesar estos piornos cargaditos de nieve!

Pero al llegar al fondo del valle de Orallo, la cota de nieve estaba a menos de 1.500 metros de altura y ya asomaban las laderas que tocaba ascender completamente cubiertas de nieve, con las típicas manchas de vegetación cuando el espesor no es muy grande. Se ve que las nubes descargaron más en la divisoria de lo que lo hicieron más al sur. La helada que cayó durante la noche debe de haber sido la mayor hasta ahora. En las brañas de Orallo, a las que el sol tarda en llegar, el frío era muy intenso. Avanzando junto al río, a la izquierda, en el tramo más sombrío del recorrido, aparece una poza, que en el mapa de Muniellos de Calecha llaman Poza de la Mochada y cuyo color oscuro da aún más sensación de frío. Cruzamos el río de Orallo por el puente junto al refugio -por cuyo aspecto nunca nos daría la impresión de serlo- y nos plantamos en Marietes de Abajo, donde el valle ensancha en una zona de praderías. Al cruzar de nuevo el río por otro puente para abandonar la ruta de Tres Lagunas y dirigirnos hacia el Puerto de las Zreizales, ya comienza a entrar el sol y nos sobra toda la ropa de abrigo que llevamos. Por aquí andaba ubicado el Chozo Chapa, llamado así por el material con el que estaba techado y del que ya sólo queda el suelo de cemento. No se le echa de menos, la verdad. En este punto el mapa de Muniellos se termina y tenemos que echar mano del mapa oficial. A ver si publican ya el mapa del Alto Sil.


El chozo de Buzongo, con vistas al Cornón

La idea inicial
es subir al Cogollo de Cebolleo desde el Puerto de las Zreizales, pero de repente surge la idea de variar el recorrido y subir directamente desde donde nos encontramos, por el valle de Buzongo, que desconocemos. Por senda de ganado se va ganando altura y comienzan a aparecer piornos muy cargados de nieve, que van dando la lata, sobre todo teniendo en cuenta de que vamos casi en camiseta y nos choca la nieve contra el abdomen. Poco después, ante un tupido frente arbustivo, optamos por ascender hacia el cordal, por zonas más despejadas. El espesor de nieve comienza a aumentar y la nieve a entrar por la parte alta de las botas ¡qué bien vendrían ahora las polainas! Lo que parecía que iba a ser una corta jornada de montaña se está alargando por esta cantidad de nieve blanda imprevista. En la cuesta final antes de la cumbre del Pico Buzongo el espesor medio es de más de un palmo.


Marietes de Abajo recibe con regocijo los rayos del Sol.

La cumbre, como decía más arriba, es decepcionante. No hay nada de nada, ni un mero poste metálico, aunque si lo hay a cien metros de distancia en uno de los subcollados, el de Cogollo. Un paseo de lado a lado de la collada para tomar fotos y héte aquí que el reloj marca las 12:30. Por exigencias del guión hay que estar en casa para comer y no salen las cuentas con este espesor de nieve blanda. Hay que renunciar al Cogollo de Cebolleo, objetivo del día, y emprender el regreso de inmediato.


Pico Buzongo, en el centro. A la izquierda, el Pico Cogollo y el Collado Cogollo. A la derecha, el Collado Buzongo y la ladera del Cogollo de Cebolleo.

Pero no hay decepción. Es el primer día de pisar nieve este otoño y sólo por las vistas del Cornón y el resto de cimas ha estado entretenido. No hay noticias de que el Cogollo de Cebolleo vaya a cambiar de ubicación, así que ya volveremos.


El Lago Bueno no quiso implicarse en esta nevada. Pero por muy bueno que sea, seguramente no se librará de la próxima.



El Cogollo de Cebolleo asoma detrás del ventisquero de la cumbre del Pico Buzongo.



Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar. Lo que aparece en el mapa como Los Rasos es en realidad el Cogollo de Cebolleo, la cima más alta del cordal




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lunes, 20 de octubre de 2008

Jornada otoñal sin cumbres


Solitario capudo -serbal del cazador- junto a la Peñona

La idea original era ascender al Tambarón por el valle de Urdiales, desde el fondo del mismo. Como ocurre algunas veces cuando un itinerario es la primera exploración de un determinado lugar, termina uno saliendo por peteneras y el proyecto original termina con un final muy distinto. Pero eso es lo de menos. Las montañas van a seguir estando ahí y, por cierto, la jornada ayudó a indentificar la más razonable ruta para subir al Tambarón, en el marco del valle de Urdiales.


Inicio del valle de Urdiales, con la cumbre sur del Tambarón a la izquierda del capudo

En Fasgar las mañanas, desde el mes de septiembre, son gélidas. Todo escarchado, y capa tras capa de ropa sobre el cuerpo que, con los primeros rayos de sol, hay que desechar por completo por el aumento descomunal de la temperatura. Pero como dicen que el frío conserva -mira a los japoneses con su baño anual en aguas congeladas- de estos madrugones de tiritonas a lo mejor recogemos la cosecha en la vejez, con un cutis impropio de esas edades.


Los capudos son los únicos que dan un tono disonante a la monótona vegetación del valle. Al fondo, a la derecha, ya asoma la Peñona.

El recorrido inicial por el valle del Arroyo Urdiales es muy llevadero. Es un valle glaciar muy claramente definido, con su fondo ancho y sus laterales en fuerte pendiente. Hace unos días hubo un gran incendio en una de sus laderas que sobre todo quemó escobas y parece que ningún árbol. La ladera del otro lado del valle -el suroeste- tiene tal densidad de escobas que es altamente recomendable para aquellos que tengan muchas picaduras de tábanos por el cuerpo y necesiten ser rascados continuamente. Aunque más que rascados, desollados. Mete miedo, la verdad. Como aún estamos en otoño, en esos días clave de color mágico, algunos capudos -serbales- aún conservan un intenso color rojo y dan un buen juego entre la selva de retama.


Simpática cabeza de puente de la arboleda en el mar de escobas

Al abrirse más el valle ya no hay camino y se va por sendas intermitentes de ganado hasta que ya no hay nada. Nada es nada. Por la derecha, las escobas se cierran y por la izquierda el río va tan encajonado que hay que trabajar para llegar a la orilla. Del otro lado no es menos, porque para poder salir del hoyo hay que traccionar de los matorrales durante un trecho. Las vacas frecuentan la otra orilla y ya se asciende tranquilamente hasta el corral al pie de la Peñona.


La Peñona o Las Peñonas

Este topónimo merece una explicación aparte. En algunos mapas, se atribuye el nombre de Peña de La Portilla a la cumbre más meridional del Tambarón. Pero por mucho que uno la mire, de peña tiene poco. La única peña importante del entorno es la que está en el valle de Urdiales, a muy poca distancia de La Portilla, el collado que da acceso al valle de Salientes. Pero en Fasgar nadie llama a La Peñona con el nombre de Peña de la Portilla, nombre que allí desconocen por completo y que, por supuesto, tampoco corresponde a la cima sur del Tambarón.


La Peñona, el collado llamado La Portilla y la cumbre sur del Tambarón, de izquierda a derecha

En el corral al pie de la peña, del que quedan restos de un chozo, da la impresión de que seguir de frente hacia La Portilla requiere de algún batallar con las cansinas escobas. En cambio, mirando a nuestra izquierda, el terreno se ve muy llevadero. Así que nada, para allá que vamos. Otro día, desde el ascenso al Tambarón por el valle de Montrondo se distinguía claramente un sendero que bajaba hasta este corral desde una charca que sirve de nacimiento a uno de los arroyos que caen sobre el Arroyo Urdiales. Pero desde aquí no se ve en absoluto. Al final resulta no ser difícil de encontrar porque en la parte superior izquierda del claro ya se ve el inicio de un sendero de ganado.


El reciente incendio en la ladera norte del valle de Urdiales

El sendero atraviesa la ladera del valle en dirección opuesta a la que trajimos desde Fasgar, alejándonos sobremanera de La Portilla y el Tambarón. Un corzo ladra durante diez minutos al eco de su propia voz, que rebota en la Peñona, mientras hace pequeñas vueltas en círculo. Cuando nos queremos dar cuenta, estamos en la pista que sube desde el Collado de Campo por el cordal que cierra el Campo de Martín Moro o Santiago por el norte. Una recogida de arándanos escarchados -ya insípidos a estas alturas del año- y al mirar el reloj recordamos que hay que estar en casa a la hora de comer, por lo que es hora de iniciar el regreso.

En un collado de la pista vemos al fondo un vértice geodésico, cuando en nuestro mapa no figura ninguno y además, es un lugar extraño para ello, ya que no es cota importante y ni siquiera está en la misma cumbre, sino un poco escorado. Así que pies y botas se encaminan hacia allá a investigar. Al final, ¡qué sorpresa! resulta ser un cilindro de varias piezas, hecho en roca caliza con restos de fósiles marinos, dedicado a Samuel Rubio, el insigne escritor del Valle Gordo, con algunas frases suyas esculpidas en la piedra.

Homenaje a Samuel Rubio

Ya en pleno descenso, como es domingo y magnífico día, encontramos una tropísima que asciende desperdigada por la Cuesta de Ocidiello. A los capudos de La Guariza -el abedular de Fasgar y Vegapujín- ya se les ha pasado el arroz y muestran un apagado tono marrón que, sobre el fondo amarillo monótono de los abedules, nos recuerdan que los mejores días de color ya quedaron atrás.


La Guariza ya entró de lleno en el otoño



Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar




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sábado, 18 de octubre de 2008

Fuentes del Narcea, Páramo del Sil, Alto Boeza, Omaña, Babia y Somiedo también existen


Peña Rubia, junto a la Braña de los Cuartos (Somiedo)

El ombliguismo no tiene cabida en este blog. Aunque estamos aquí para promocionar el Alto Sil y sus encantos, las montañas tienen como mínimo dos laderas, y en las que hacen de borde de este espacio natural, forzosamente una de ellas está del otro lado. El otro lado puede ser cualquiera de los lugares que se citan en el título de esta entrada. Todos ellos muy interesantes. Además, los límites culturales entre cualquiera de los dos sitios limítrofes que escojamos ya son casi inexistentes. Lumajo es Laciana pero podría ser Babia; Los Bayos es Omaña, pero ¿tan distinto es de El Villar de Santiago, último pueblo de Laciana?; los numerosos hórreos de Laciana -también los hay en Palacios del Sil- bien podrían ser de Somiedo, Cangas del Narcea o Cerredo; no hay mucha diferencia entre el habla de los paisanos de uno y otro lugar; los paisajes varían más dependiendo del tipo de suelo que de la comarca en la que están, siendo prácticamente iguales en igualdad de condiciones.


Pico Chagüeños (Cerredo)

Y bueno, vendiendo la imagen del vecino también se ayuda a vender la propia. Hoy en día, las distancias no son nada en coche. El que se aloja en una de las comarcas puede perfectamente hacer la ruta del día siguiente en la comarca de al lado. Y el enemigo es siempre el mismo, o más bien en plural, los mismos. Entre todos, porque la cordillera Cantábrica en su conjunto está bastante indefensa y ninguneada, podemos dejar en evidencia a los cuatro sinvergüenzas que están haciendo el agosto y llenando sus cuentas bancarias a costa de lo que pertenece a miles y miles de personas.


Monolito en los montes de Primout (Páramo del Sil)




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viernes, 17 de octubre de 2008

Ideas para el Alto Sil

El Alto Sil, cuyo motor económico y poblacional es Villablino (capital del municipio del mismo nombre y de la comarca de Laciana), ya no puede depender del carbón para su futuro. ¿Y qué le queda entonces? Pues desde luego nada que sustituya en número de puestos de trabajo a los que creó la minería. Hay que recordar que Villablino es una ciudad que creció desmesuradamente al albor de las minas de carbón. Sin carbón, quizá no tenga que volver hasta aquellos mínimos de población original, que sin duda la dejaría como una ciudad fantasma, pero al contrario que les ocurre a otros lugares en los que la minería ha caído en picado o la industria puso pies en polvorosa, Laciana tiene un as en la manga: su paisaje natural, y en menor medida, aunque también importante, su herencia cultural.



Detalle de un hórreo de teito en Caboalles de Arriba

En Laciana se conservan algunos hórreos de teito, esa techumbre de paja de centeno que antes era habitual también para cubrir las viviendas. Este tipo de hórreos ha desaparecido en casi toda Asturias y León, ya que al haber desaparecido las cosechas de centeno locales y haberse abaratado el precio de la losa (pizarra), teitar resulta mucho más trabajoso, caro e incómodo. Pero visto el gancho que tienen para el turista las Brañas de Somiedo, que son uno de los emblemas del parque natural, es curioso que en Laciana no se ponga en valor con más ahínco este escaso tesoro de los hórreos teitados.

Lo mismo ocurre con los castros. Muy numerosos, en un área relativamente pequeña de Laciana están el Castro de la Zamora, el de Villager, el de Rioscuro, el de Llamas, el de Rabanal y el de La Muela. Ninguno está restaurado ni señalizado. Tan cerca unos de otros que parece que están pidiendo a gritos un circuito temático, fácil de hacer por su corto recorrido total. Ya se habló de ellos en algún proyecto electoral, por lo que la idea no es nueva.

Estos son sólo dos ideas muy elementales pero de cajón, que para bien de todos y por poco dinero -bastante menos de lo que cuesta un kilómetro de autovía- serían un formidable revulsivo turístico para Laciana, ahora que se está buscando con tanto ahínco la excelencia turística. Pues explotar algo que casi ninguna comarca puede ofrecer, porque no lo tiene, es una buena manera de atraer a un turismo que, cada vez más, busca objetivos distintos y peculiares.


Cascada en Tejedo del Sil

Volvemos con la burra al trigo con el tema del oso y el urogallo. Por supuesto que no hay matar a la gallina de los huevos de oro y explotarlo para la caza fotográfica, que supondría su segura desaparición, pero si la comarca X lo viene utilizando desde hace años como reclamo turístico -que ya casi da la impresión de que los únicos osos de Europa viven allí- no supondría un gran desembolso utilizar en el Alto Sil la misma estrategia y vender esta comarca como 'País de los osos', algo que es una realidad innegable. En cuanto a riesgos, el oso no es animal que se deje ver por las buenas y teniendo las mínimas precauciones para que no se le moleste, el visitante simplemente estará encantado de haber visitado un lugar donde habita el oso pardo, él seguirá viviendo y aumentando su población con toda tranquilidad y la concienciación de los habitantes del Alto Sil hacia la protección del medio natural crecerá sin duda, que redundará en una aún mayor calidad medioambiental. Porque hay que tener en cuenta que, ahora mismo, al ciudadano medio de esta comarca le llena de orgullo saber que su tierra cuenta con un animal emblemático como el oso, algo de lo que la mayor parte de los europeos ya no pueden presumir, porque hace varios siglos que los exterminaron.

El Alto Sil, si otras regiones o estados pudieran comprarlo, a modo de como hizo Estados Unidos adquiriendo un territorio no limítrofe como Alaska a Rusia en el siglo XIX, de seguro que se convertiría en su buque insignia medioambiental. Al poco tiempo de esta hipotética adquisición territorial, parafraseando a Luis del Olmo cuando se refería al cambio de imagen de Ponferrada, al Alto Sil no lo iba a conocer ni la madre que lo parió. Pero como situaciones así ya no suceden en el siglo XXI -para nuestra desilusión, claro- esto seguirá igual o peor. Cuando tu propio gobierno no defiende lo tuyo -sino los intereses de un solo particular-, si el que promete defenderlo es arameo, azteca o almohade, pues uno se nacionaliza arameo, azteca o almohade, o del Planeta Venus si es menester.



Naturalista observando fauna en la cordillera Cantábrica

Ideas hay muchas y como dicen los anglosajones, opinions are like assholes, everybody´s got one (las opiniones son como el ojo del culo -con perdón- porque todo el mundo tiene uno). Habrá quien sugiera que el futuro de Laciana radicaría en abrir una gigantesca explotación de carbón a cielo abierto que ocupara todo el norte del valle, donde entraran y salieran miles de camiones diarios, los dumpers y retroexcavadoras supusieran la mayor colección mundial, y los puestos de trabajo resultantes acabarían con el paro en la provincia de León y adyacentes. Pues mira, pensándolo así, fríamente, este opinador tendría toda la razón del mundo. Villablino, en vez de 6.000 habitantes pasaría a contar con 20.000, los negocios no echarían el cierre a razón de uno al mes y otra vez pan (arrobas y arrobas de pan) para hoy y hambre para mañana. ¡Qué digo hambre! Cuando se acabara el carbón, en Laciana no iban a vivir ni las ratas, porque iba a ser un gigantesco cráter de meteorito -sin restaurar, por supuesto-, lleno de residuos tóxicos y tan propicio para la vida como un campo sembrado de sal. Pero como el ser humano ha vivido siempre el presente y nunca se ha preocupado del legado ambiental que deja a las generaciones venideras, igual hasta he hecho mal en dar ideas, porque si ésta la hace suya el empresario minero y le dan el visto bueno los políticos (que se lo darían), la hipotética explotación iba a ser un hecho consumado en pocos años -esto puede parecer una exageración para cualquiera que no esté familiarizado con los avatares de Laciana, pero que le pregunten a cualquier lacianiego de bien-.


Robledal talado y arrasado en la mina ilegal a cielo abierto de Fonfría (Laciana)




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¿Por qué el Blog?


Molino en el Villar de Santiago

La principal motivación que ha puesto en marcha el mecanismo de este blog ha sido la de dar a conocer el Alto Sil -absolutamente desconocido para el gran público- y conseguir con ello su revalorización -que merece con creces- por aquello de que lo que no se conoce no remueve las conciencias cuando se destruye. A muchos españoles y extranjeros les suena a fábula que todavía queden osos en España. Otros muchos han oído alguna mención sobre el tema, pero nunca le han regalado más de unos segundos de reflexión. Pero cuando se dejan caer por la cordillera Cantábrica y escuchan de primera mano anécdotas sobre el oso que me crucé en la carretera esta noche; el que se puso a comerse las colmenas el otro día mientras charlábamos tranquilamente a la puerta de casa, a escasos cincuenta metros; el osezno que se me quedó mirando cuando estaba buscando las vacas; etc; entonces la existencia del oso pardo alcanza en la mente del oyente un nivel de presencia exagerado. Y es que realmente parece mentira que esté ahí, seguramente viéndonos desde la espesura en muchos momentos del día.

El oso pardo cantábrico es un animal relativamente pacífico. Por supuesto que no ataca al ser humano, a menos que se le busquen las cosquillas, pero eso se puede decir de cualquier animal, incluidas las vacas y los caballos. Sus únicas travesuras -para los afectados esta palabra se les quedará corta, claro- son los ataques a las colmenas, maizales y algún despeñamiento intencionado de ganado. El 90% de su dieta es vegetariana y la mayor parte de la poca carne que engulle suele ser carroña, porque caza con poca frecuencia. El oso está ahí, pero prácticamente es como si no estuviera, porque en general da muy poca guerra. Lo más significativo de la presencia del oso es que si lo hay es porque el entorno está muy bien conservado. Los lugares donde vive el oso tienen automáticamente otorgada la etiqueta de medio natural de calidad. Es por ello que el Alto Sil se demuestra una vez más como un paraíso medioambiental. Porque las osas con crías son el futuro de la especie y en eso el Alto Sil está a la cabeza en estos momentos.


Detalle en la Braña de Cubacho (Rabanal de Abajo)

El urogallo cantábrico. Un animal que ha desaparecido ya de lugares claramente asociados con él, como eran Somiedo, Fuentes Carrionas o Ancares. Ya sólo sobrevive en el Alto Sil y aledaños (Alto Boeza, Omaña Alta), Fuentes del Narcea, Riaño y Redes, por orden de número de ejemplares. Un ave que quedó de manera residual en el norte de España tras la retirada de la última glaciación, hace 15.000 años y coetánea del lince boreal o la perdiz nival, ya extinguidos aquí. Hace veinte años había más del doble de ejemplares de los que quedan a fecha de hoy. La progresión de su desaparición es tan brutal que aunque algunos le dan varias décadas de vida, las cifras nos vienen a decir que igual dentro de diez años ya no quedará ningún ejemplar. Y más teniendo en cuenta que cuantos menos ejemplares hay, más acusada es la extinción. Como ejemplo del declive de la especie, los censos de Ancares en el año 1985: de 20 a 26 machos y de 17 a 20 hembras; hace tres años que no se detecta un sólo ejemplar ya.

El urogallo no es un ave más, no es una gran gallina o un mero pajarraco. Es un animal emblemático, mágico, con un aureola y un carisma del que carecen otros animales. Es el símbolo del valle de Laciana y el Centro de Interpretación sito en Caboalles de Arriba lleva su nombre. Su extinción significaría una gran pérdida y causaría un gran dolor entre todos nosotros. El futuro es negro, muy negro, pero siempre se pueden tomar medidas para retrasar su desaparición o, quién sabe, incluso estabilizar la población actual. Pero esas medidas no se están tomando, mientras se siga permitiendo la apertura de pistas forestales, el acceso rodado sin control, la impunidad absoluta en materia de incendios, la apertura de minas de carbón a cielo abierto, de canteras en lugares críticos, la construcción sin trabas de casas de recreo en lugares muy delicados, las bajas penas para cazadores furtivos, y tantos otros elementos secundarios que contribuyen al deterioro del hábitat del urogallo.


Castañar en Castro (Palacios del Sil)

Volviendo al hilo perdido en el primer párrafo, en que se empezaba a explicar el porqué de este blog, todo lo anterior sirve para resaltar el valor general del Alto Sil, las circunstancias que pueden hacer peligrar su integridad y por supuesto, esperamos que este blog sea un granito de arena más que ayude a recabar apoyos -aunque solamente sean de simpatía desde la distancia- para evitar que los cuatro de siempre dejen de enriquecerse a costa de la destrucción del patrimonio de todos.




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jueves, 16 de octubre de 2008

El otoño en su punto álgido

Es una pena que los mejores colores del otoño duren tan poco tiempo. Unos días en que no hay aún sobrecarga de naranjas, amarillos o marrones. Aún se mantiene el verde en los robles, los abedules amarillean, los serbales y los cerezos visten su mejor traje rojo y el tono oscuro de acebos y tejos permanece inmutable.

Es agotador, francamente, porque ya no sabe uno donde posar la vista. Demasiada belleza, demasiadas ansias de absorber esas tonalidades que no se repetirán hasta dentro de doce meses.
Un intento vano, como siempre, de retener lo imparable, de parar el tiempo.

Si lográra
mos aprender a soltar, a no querer apropiarnos de todo permanentemente, aprenderíamos a disfrutar plenamente del presente y de los regalos que se nos ofrece un día tras otro.

La moralina e
s no hacer tantas fotos y vivirlo al natural un poco más.


Bosque mixto en la ladera de Cuetonidio (Laciana)



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miércoles, 15 de octubre de 2008

A modo de introducción... y de crítica


Peña Valdiglesia, en el valle de Salientes

El Alto Sil es un pedazo del paraíso que antaño cubrió la Tierra, un fragmento en un océano de desolación paisajística que, debido a su escasa población, se ha mantenido en un magnífico estado de conservación hasta el siglo XXI. El concepto magnífico es relativo, por supuesto, ya que en su estado original carecía de explotaciones mineras a cielo abierto, canteras de mármol o pizarra, incendios periódicos, vertederos incontables y otros ejemplos de devastación, todos, obra del único ser vivo capaz de semejantes fechorías: el ser humano. Pero como todo el resto de la geografía nacional está en general mucho peor, el Alto Sil se ha encontrado con los laureles del César en el imperio de las cloacas.

Actualmente el Alto Sil no cuenta con ninguna figura de protección como espacio natural. Es ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves
) y LIC (Lugar de Interés Comunitario), pero aunque aparece en algunos mapas editados por la Junta de Castilla y León como Espacio Natural Ancares-Alto Sil o Ancares simplemente, sobre el terreno aún no hay nada. El hecho de que Laciana fuera declarado hace años Reserva de la Biosfera por la UNESCO no parece motivar a aquellos que deberían ponerse manos a la obra y dotar de protección legal a este territorio. No es que parques naturales declarados (Somiedo, Fuentes del Narcea) colindantes con el Alto Sil tengan una calidad medioambiental abismalmente mejor, sino que la declaración como espacio protegido cerraría las puertas -sobre el papel- a muchos delitos contra el medio ambiente que actualmente se están cometiendo con total impunidad.

Muy a pesar de todos estos desmanes tolerados por la administración (local, regional y central), el Alto Sil se ha convertido en estos últimos años en el principal núcleo reproductor del oso pardo cantábrico y conserva el mayor número de ejemplares del moribundo urogallo cantábrico, una especie que tiene los años contados. ¿De qué estaríamos hablando si el Alto Sil contara con unas mínimas medidas de protección?


Otro gran problema que contribuye
a empeorar las cosas en esta comarca es la falta de concienciación de la mayor parte de sus habitantes. Residen en un lugar único, que ya quisieran muchas provincias de España y estados europeos poder aún tener, pero esto no parece habérseles pasado por las mientes, ellos que son los que tienen el mayor poder para conservarlo. Porque cuando un pueblo quiere, no hay casi nada que se ponga por delante. Mucha envidia se siente desde el Alto Sil -más bien desde aquellos de sus vecinos que han despertado a la realidad- hacia las plataformas vecinales que se han constituido en León y Asturias para impedir la construcción de la línea de alta tensión Lada-Velilla. Porque cuando un pueblo se une, hasta los imperios caen.

Pero cuando un pueblo cae en la desidia y entra a ciegas en un lóbrego túnel sin salida, desunido y sin ilusiones, es terreno abonado para los parásitos, sanguijuelas y otros personajes de ese pelo. Sanguijuelas y parásitos en sentido figurado, ya que los que existen en la naturaleza por lo menos están ahí para cumplir una función en los ecosistemas.


Mina de carbón abandonada sin restaurar en La Mora, entre Laciana y Babia




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