Incendio de ayer en Palacios del Sil
El paisaje del Alto Sil (y de Omaña, y de gran parte de El Bierzo, y de Ancares y de parte de Asturias) tiene unos colores comunes, que pasan del verde del brezo, piornos y escobas a los diferentes tonos de color de la arboleda y de los prados según la época del año en que se encuentre. En primavera el brezo se transmuta brevemente en rosa y los piornos y escobas en amarillo o blanco. Pero básicamente, todo gira en torno al verde y los ocres.
Por eso, como hay tantos gustos como personas, hay quien piensa que en esa paleta faltan colores. El negro, por ejemplo. No es que, a mi parecer, el negro haga juego con el verde y el marrón, pero tampoco soy un experto en decoración ni en composiciones de color y puedo estar confundido. Suele haber un artista (o varios) en casi todos los pueblos, que gusta de sacar la brocha y dar unos toques de negro por aquí y por allá, de vez en cuando. Media hectárea de negro, una hectárea o dos no suelen recargar mucho de color el paisaje, pero a veces pintan de negro kilómetros de ladera, de extremo a extremo, y tanto negro -en mi humilde opinión- la verdad es que cansa y queda hasta feo.
Muchos de estos artistas son de una obra al año. No les suele gustar trabajar en días de lluvia, por lo que no suelen tener fecha fija de entrega de su trabajo. Y como a todos los creadores, les fastidia mucho que su obra se deje inconclusa, esto es, que si tenían previsto pintar de negro desde aquí hasta allí, vengan los aguafiestas de los servicios de extinción de incendios y corten por lo sano, dejándole un dibujo raro y sin la forma que ellos habían diseñado. Por eso tengo la impresión de que últimamente estos intelectuales deben de haber creado algún tipo de asociación, que puede llevar algún nombre del tipo Asociación de Amigos del Fósforo, que les permite conocerse y trabajar coordinados, de forma que si todos queman a la vez, cada uno en su zona, las cuadrillas anti-incendios no dan abasto y resulta más difícil que puedan frustrar sus creaciones, empezando por que cuando por fin llegan a uno de los lugares ya concluyó todo el dibujo previsto por el artista.
Seguramente, en inglés u otros idiomas que usan normalmente menos palabras para definir lo que nosotros necesitamos explicar en demasiadas, el término 'coloreadores del paisaje' se pueda concretar en una sola, que resulte más cómoda y pegadiza. Estos pintores de brocha gorda, que como muchos graffiteros, pintan lo que no es suyo y sin permiso, también deben pensar que el cielo -que no forma parte del paisaje, pero a veces es más importante visualmente que lo que tiene debajo- está más hermoso con otros colores. Y en eso les doy la razón, porque los colores que se obtienen en un atardecer cuando los rayos del sol atraviesan la cortina de humo de un incendio son tonos imposibles de ver en otra situación, y de una gran belleza. Pero bueno, hay hermosuras que salen demasiado caras, y que yo preferiría no haber conocido. Me llamaréis radical, pero yo ni respeto ni valoro a estos artistas del mechero.
Estos días, la provincia de León parece invadida por una nube de polvo sahariano, como la que hace un año o dos (no recuerdo bien cuándo) no dejaba ver las montañas a sólo diez kilómetros de Villablino. Es como una especie de bruma difusa que vuelve el cielo de color gris o blanco y que apaga el color de las montañas. Pero el olor a humo delata enseguida el origen, porque no sólo arde La Cabrera y Ancares, sino también Laciana, Palacios del Sil y Babia. Los de la Asociación de Amigos del Monte Negro esta vez se han puesto bien de acuerdo, y han hecho un buen trabajo de equipo; de hecho, el incendio de Riolago, después de un día entero ardiendo, aún se había podido empezar a apagar, por falta de efectivos.
Incendio en el valle de San Miguel, en Laciana, ya concluyendo y de casi un kilómetro de longitud. Para ver fotos de detalle del lugar, pinchar aquí
El monte ardió siempre, sólo que antes, como los pueblos estaban a rebosar de habitantes, y los montes estaban aprovechados de arriba abajo, era poco lo que se podía quemar, y se quemaba de forma más o menos controlada. Desde los años setenta, en que empezaron a desaparecer bajo las llamas casi todos los pinares que se habían plantado a la fuerza durante las décadas anteriores, los incendios forestales forman ya parte de nuestra vida y ya no son noticia especial, salvo aquellos colosales en los que arden valles enteros, peligran pueblos o mueren personas. Pero incluso ésos se olvidan a los pocos años, y la misma zona o la zona contigua vuelve a arder. Así ha sido en las últimas cuatro décadas, y así va a seguir siendo.
Uno de los focos del incendio de Riolago de Babia
Sólo hay una manera de pararlo radicalmente, y ésa es aumentando las penas de cárcel a los que quemen. Hasta ahora el riesgo penal parece que no es nada disuasorio, y otro tipo de políticas (si es que las hay) no están funcionando. Los paisanos que quemaron toda su vida, igual que sus antepasados durante siglos, no tienen arreglo y no se les va a convencer con campañas de concienciación. Son simples ignorantes, que no se dan cuenta de ninguna de las maneras de que están arruinando el suelo fértil de los montes, reduciendo la humedad del terreno, empobreciéndolo y destruyendo el paisaje volviéndolo inaprovechable para cualquiera que quiera vivir del turismo en la zona. De los ecosistemas no digo nada, porque eso no le interesa a casi nadie.
El incendio anterior, ampliado
No sé si algún político ha mencionado en campaña electoral el problema de los incendios. Si lo ha hecho, no lo debió de hacer con mucho énfasis, e iría al final de su larga lista de promesas. Y si no hablando de los incendios se siguen ganando elecciones y alternándose en el poder, para qué molestarse en hacer un estudio de cuál es el problema y de cuáles son las posibles soluciones para atajarlo. Lo que no da votos ni se promete ni se hace, y como el vocerío popular protestando por los incendios forestales es poco audible, a las altas esferas no llega. Yo me temo que voy a estar sacando en este blog una entrada sobre incendios todos los años, y que voy a seguir así hasta que mis ojos ya no vean las letras en la pantalla o mis dedos tiemblen ya tanto que en vez de pulsar una tecla pulse dos a la vez. Creo que siempre voy a contar lo mismo, de los mismos sitios y que nada va a cambiar. Porque los políticos sólo cambian cuando ven que su sillón corre riesgo de cambiar de posaderas, y nada hace prever que por culpa de los incendios lo vayan a perder.
Cada país tiene los políticos que se merece, y aunque yo creo que no me merezco que estas sanguijuelas malgasten el dinero que me quitan con los impuestos (más con los indirectos que con los directos), vivo en esta sociedad, y si a esta sociedad no le parece bastante grave todo lo que sucede y no exige que se hagan las cosas bien, tengo dos opciones: o seguir recitándole mis lamentaciones a los pájaros del cielo, o largarme a otro país donde haya más sentido común, más honradez y más ganas de trabajar y de hacer bien las cosas.
Por eso, como hay tantos gustos como personas, hay quien piensa que en esa paleta faltan colores. El negro, por ejemplo. No es que, a mi parecer, el negro haga juego con el verde y el marrón, pero tampoco soy un experto en decoración ni en composiciones de color y puedo estar confundido. Suele haber un artista (o varios) en casi todos los pueblos, que gusta de sacar la brocha y dar unos toques de negro por aquí y por allá, de vez en cuando. Media hectárea de negro, una hectárea o dos no suelen recargar mucho de color el paisaje, pero a veces pintan de negro kilómetros de ladera, de extremo a extremo, y tanto negro -en mi humilde opinión- la verdad es que cansa y queda hasta feo.
Muchos de estos artistas son de una obra al año. No les suele gustar trabajar en días de lluvia, por lo que no suelen tener fecha fija de entrega de su trabajo. Y como a todos los creadores, les fastidia mucho que su obra se deje inconclusa, esto es, que si tenían previsto pintar de negro desde aquí hasta allí, vengan los aguafiestas de los servicios de extinción de incendios y corten por lo sano, dejándole un dibujo raro y sin la forma que ellos habían diseñado. Por eso tengo la impresión de que últimamente estos intelectuales deben de haber creado algún tipo de asociación, que puede llevar algún nombre del tipo Asociación de Amigos del Fósforo, que les permite conocerse y trabajar coordinados, de forma que si todos queman a la vez, cada uno en su zona, las cuadrillas anti-incendios no dan abasto y resulta más difícil que puedan frustrar sus creaciones, empezando por que cuando por fin llegan a uno de los lugares ya concluyó todo el dibujo previsto por el artista.
Seguramente, en inglés u otros idiomas que usan normalmente menos palabras para definir lo que nosotros necesitamos explicar en demasiadas, el término 'coloreadores del paisaje' se pueda concretar en una sola, que resulte más cómoda y pegadiza. Estos pintores de brocha gorda, que como muchos graffiteros, pintan lo que no es suyo y sin permiso, también deben pensar que el cielo -que no forma parte del paisaje, pero a veces es más importante visualmente que lo que tiene debajo- está más hermoso con otros colores. Y en eso les doy la razón, porque los colores que se obtienen en un atardecer cuando los rayos del sol atraviesan la cortina de humo de un incendio son tonos imposibles de ver en otra situación, y de una gran belleza. Pero bueno, hay hermosuras que salen demasiado caras, y que yo preferiría no haber conocido. Me llamaréis radical, pero yo ni respeto ni valoro a estos artistas del mechero.
Estos días, la provincia de León parece invadida por una nube de polvo sahariano, como la que hace un año o dos (no recuerdo bien cuándo) no dejaba ver las montañas a sólo diez kilómetros de Villablino. Es como una especie de bruma difusa que vuelve el cielo de color gris o blanco y que apaga el color de las montañas. Pero el olor a humo delata enseguida el origen, porque no sólo arde La Cabrera y Ancares, sino también Laciana, Palacios del Sil y Babia. Los de la Asociación de Amigos del Monte Negro esta vez se han puesto bien de acuerdo, y han hecho un buen trabajo de equipo; de hecho, el incendio de Riolago, después de un día entero ardiendo, aún se había podido empezar a apagar, por falta de efectivos.
Incendio en el valle de San Miguel, en Laciana, ya concluyendo y de casi un kilómetro de longitud. Para ver fotos de detalle del lugar, pinchar aquí
El monte ardió siempre, sólo que antes, como los pueblos estaban a rebosar de habitantes, y los montes estaban aprovechados de arriba abajo, era poco lo que se podía quemar, y se quemaba de forma más o menos controlada. Desde los años setenta, en que empezaron a desaparecer bajo las llamas casi todos los pinares que se habían plantado a la fuerza durante las décadas anteriores, los incendios forestales forman ya parte de nuestra vida y ya no son noticia especial, salvo aquellos colosales en los que arden valles enteros, peligran pueblos o mueren personas. Pero incluso ésos se olvidan a los pocos años, y la misma zona o la zona contigua vuelve a arder. Así ha sido en las últimas cuatro décadas, y así va a seguir siendo.
Uno de los focos del incendio de Riolago de Babia
Sólo hay una manera de pararlo radicalmente, y ésa es aumentando las penas de cárcel a los que quemen. Hasta ahora el riesgo penal parece que no es nada disuasorio, y otro tipo de políticas (si es que las hay) no están funcionando. Los paisanos que quemaron toda su vida, igual que sus antepasados durante siglos, no tienen arreglo y no se les va a convencer con campañas de concienciación. Son simples ignorantes, que no se dan cuenta de ninguna de las maneras de que están arruinando el suelo fértil de los montes, reduciendo la humedad del terreno, empobreciéndolo y destruyendo el paisaje volviéndolo inaprovechable para cualquiera que quiera vivir del turismo en la zona. De los ecosistemas no digo nada, porque eso no le interesa a casi nadie.
El incendio anterior, ampliado
No sé si algún político ha mencionado en campaña electoral el problema de los incendios. Si lo ha hecho, no lo debió de hacer con mucho énfasis, e iría al final de su larga lista de promesas. Y si no hablando de los incendios se siguen ganando elecciones y alternándose en el poder, para qué molestarse en hacer un estudio de cuál es el problema y de cuáles son las posibles soluciones para atajarlo. Lo que no da votos ni se promete ni se hace, y como el vocerío popular protestando por los incendios forestales es poco audible, a las altas esferas no llega. Yo me temo que voy a estar sacando en este blog una entrada sobre incendios todos los años, y que voy a seguir así hasta que mis ojos ya no vean las letras en la pantalla o mis dedos tiemblen ya tanto que en vez de pulsar una tecla pulse dos a la vez. Creo que siempre voy a contar lo mismo, de los mismos sitios y que nada va a cambiar. Porque los políticos sólo cambian cuando ven que su sillón corre riesgo de cambiar de posaderas, y nada hace prever que por culpa de los incendios lo vayan a perder.
Cada país tiene los políticos que se merece, y aunque yo creo que no me merezco que estas sanguijuelas malgasten el dinero que me quitan con los impuestos (más con los indirectos que con los directos), vivo en esta sociedad, y si a esta sociedad no le parece bastante grave todo lo que sucede y no exige que se hagan las cosas bien, tengo dos opciones: o seguir recitándole mis lamentaciones a los pájaros del cielo, o largarme a otro país donde haya más sentido común, más honradez y más ganas de trabajar y de hacer bien las cosas.
Pues si, problablemente haya que endurecier penas para estos casos, junto con limpiar el monte de maleza y cortafuegos, pero yo creo que en la educación estaria la base.
ResponderEliminarUn saludo.
La educación es fundamental para las nuevas generaciones, pero para los que ya están "educados" no sirve de nada. En cuanto a cortafuegos, el otro día el incendio que hubo en el pico Gistreo atravesó varias zonas de cortafuegos. Si no se limpian frecuentemente no funcionan, y lo malo es que en determinadas zonas, como bosques relictos de roble, abedul y otras especies, un cortafuegos crea un impacto visual terrible. Y sí, limpiar el monte de maleza ayuda bastante a prevenir incendios.
ResponderEliminarUn saludo
El sábado se veía el humo desde Tormaleo,empiezan temprano los amigos.Las penas si importan,alguno que yo sé era un piromano consumado,ademas de los ignorantes,lo cogieron una vez,y no sé la cuantía de la multa pero no usa el mechero ni para encender la cocina de casa, así que al menas en este caso el escarmiento valió.
ResponderEliminarEs reconfortante saber que pillan a alguien de vez en cuando. Al responsable de los incendios de Ancares del otoño pasado le cazaron porque no era de la zona y los vecinos, que no le tragaban desde hacía tiempo, le denunciaron.
EliminarNunca se vio un mes de marzo con esta sequia,con estas temperaturas mas propias del mes de mayo, encima con los incendios que lo unico que consiguen es que cada vez la densidad del matorral (brezos,urces,escobas y piornos) sea mayor, al menos debajo de un bosque maduro de roble sale algo de pasto para el ganado.
ResponderEliminarOtros años la gente no quema más porque la lluvia deja menos huecos en el tiempo para hacerlo, pero con lo seco que está el terreno ya desde el año pasado, me temo que no vamos a ver un cielo limpio de humo en mucho tiempo. A ver si nos dejan algún bosque en pie.
EliminarCuando he leído "Yo me temo que voy a estar sacando en este blog una entrada sobre incendios todos los años, (...) dos a la vez" he visto que pensamos idéntico. Así me sentía yo el lunes por la mañana cuando escribía la entrada sobre los incendios en mi blog. Impotencia.Sabiendo que no era la última entrada que escribiré sobre el asunto. Con la sensación de que todo seguirá igual hasta que no haya más monte que quemar.
ResponderEliminarEl domingo (11 de marzo) ardió toda la ladera que está detrás de Valdeprado. Quedó un poco sin arder, así que alguien se encargó de quemarlo ayer (13 de marzo). Entre las 19 y las 20 horas comenzó un fuego que un poco antes de las 20:30 tenía lllamas de más de 7 metros y amenazaba Valdeprado. Llamé una vez más al 112 (quizás me conozcan ya).
Curiosamente estuve observando fauna en esa ladera el sábado 10 por la mañana.
Cuando se acaben los bosques por el fuego, como ocurre en La Cabrera, seguirán quemando el brezo, porque cada pocos años vuelve a estar igual de alto. Pero sin bosques, el valor paisajístico de estas montañas se queda en casi nada.
EliminarEs una pena que no se tenga voluntad politica, por muy poco dinero se podrian tener contratadas directamente 3 o 4 brigadas forestales para hacer desbroces y mantenimiento de las zonas boscosas, y de paso dar algo de trabajo.
ResponderEliminarEstuve este fin de semana en Zamora, en la sierra de La Culebra, intentando ver al lobo y era descorazonador ver una humareda enorme, extensísima, hacia el norte, en los montes de La Cabrera leonesa. Y allí mismo, en la Culebra y en el vecino Portugal visualicé al menos tres focos durante el fin de semana, con un constante ir y venir de avionetas intentando sofocarlos. ¡Qué tragedia! Y cuánta razón tienes en tu entrada. Ojalá cayera todo el peso de la ley contra estos delincuentes.
ResponderEliminarUn saludo.
Antonio Córdoba
A los seres humanos nos tienen que amenazar con el castigo para que funcionemos muchas veces. Si por matar no se fuera a la cárcel, muchas disputas y rencillas se resolverían por la vía rápida y el mundo sería un infierno (de hecho, ya lo es donde no existe la ley). Al que quema, por maldad o por ignorante y cabezón, al trullo. Pero ésa es la medida más fácil (que de todas formas no concluye así casi nunca) porque lo que lleva tiempo y trabajo es averiguar por qué se quema. Los que queman por el placer de ver arder o por ver sus acciones salir en la prensa son cuatro; los que lo hacen por venganzas tampoco son muchos; ganaderos, agricultores y cazadores, que son la mayoría de los causantes, quemarán por algo. Igual no es tan complicado echarles un cable en cambiar lo que sea de sentido común, y una parte de ellos seguro que dejarán de quemar. Pero de nuevo vuelvo a los políticos, porque estos problemas no se resuelven sólo a palos y ellos tienen la llave para actuar en dos frentes: escuchando e intentando entender, y al que no quiera escuchar ni entender, entonces mano dura.
ResponderEliminarRocambolesca noticia en el Diario de Leon.
ResponderEliminarHerrera lleva hasta Bruselas el «impulso político» a los cielos abiertos
http://www.diariodeleon.es/noticias/provincia/herrera-lleva-hasta-bruselas-impulso-politico-a-los-cielos-abiertos_675885.html
Pero, por otro lado: http://www.diariodeleon.es/noticias/provincia/via-libre-a-que-se-anule-autorizacion-a-tres-minas-a-cielo-abierto-en-leon_676013.html
EliminarCada día una cosa...
Mi más sincera solidaridad con vuestro pueblo leonés, por la lacra de los incendios, es realmente catastrófico que una zona tan bella como la vuestra sufra el azote de una orda de malnacidos que tienen como costumbre ancestral pegar fuego a tan preciosos paisajes.
ResponderEliminarYo, estuve estudiando durante bastantes años en la Universidad de León, y aprovechaba mis ratos libres para visitar los rincones que describes en este blog... no dejaba de sorprenderme como allí en un sitio tan húmedo la gente se afanaba en pegar fuego a sotos de castaños muchas veces centenarios, a magníficos robledos y a otros muchos idílicos paisajes... soy de la parte central de Castilla, (Norte de Guadalajara), y la verdad que en vuestra zona del noroeste teneis una lacra importante con este tema... si en sitios más secos como el mío tuvieramos tal cantidad de malnacidos incendiarios a buen seguro estuvieramos ya desertizados... Un saludo y un afectuoso abrazo a los Omañeses, Bercianos y Lacianiegos que luchais por conservar ese magnífico patrimonio natural que es de todos.