Corre el año mil novecientos setenta y poco. Van un andaluz, un madrileño y un catalán -los tres montañeros- allá por el Pirineo. Se cruzan con un caminante francés, que entabla con ellos animada conversación. En esto que les consulta el galo a los tres peninsulares sobre algún macizo o sierra recomendable en la Cordillera Cantábrica fuera de los Picos de Europa. Tras algunas rascadas de cuero cabelludo y diversas miradas perdidas en el infinito, alguno de ellos murmura la palabra Ancares, a lo que los otros dos asienten. Si esta situación se hubiese dado veinte años después, nuestros tres protagonistas ibéricos hubieran sido capaces de emitir más nombres, entre los cuales estarían en primer plano los de Fuentes Carrionas, Somiedo o Muniellos. Otros veinte años más acá –en el ahora- entre un listado mucho más numeroso, surgiría quizá Laciana, Gistredo o el Alto Sil.
Habría que preguntarse ¿qué tiene Ancares para que su nombre suene ya desde hace tanto?
En algunos documentos y mapas editados por la Junta de Castilla y León, el Alto Sil está incluido dentro del Espacio Natural Ancares-Alto Sil o directamente Ancares a secas. Si algún día llegara a crearse semejante espacio natural, sería quizá el más grande de España en su categoría, por lo cual no creo que llegue a realizarse. Los bosques de Ancares son magníficos, aunque algo más pequeños y con algo menos de biodiversidad que los del Alto Sil; su arquitectura es en general muy similar, aunque en el Alto Sil las célebres pallozas no se den; las montañas son muy parecidas allí pero de menor altura, y la densidad de montañas también es más reducida. Poniendo la apariencia visual de ambos en la balanza, el resultado debería ser en teoría parecido, pero el nombre de Alto Sil -o Laciana o Palacios del Sil o Ribas de Sil, que son los nombres de toda la vida- no son conocidos como el de Ancares fuera de la provincia.
Nuevamente, habría que cuestionarse ¿por qué paisajes similares no han tenido el mismo reclamo que los de Ancares?
El Botete (valle de Fornela) y algunos de sus abedulares. No lejos de allí está el único hayedo de la vertiente leonesa de la sierra de Ancares
Ancares es el nombre de un valle leonés, que contiene unos pocos pueblos, y que da nombre al río que corre por su fondo y al puerto por el que se atraviesa la sierra para ir a la otra cuenca hidrográfica, la del Navia. Con el paso del tiempo, otros territorios próximos, como Fornela, Burbia y los gallegos de Navia de Suarna y Cervantes, han pasado a engrosar el término Ancares, pasando a ser “Los Ancares” o “Os Ancares”. Pero el límite exterior de Ancares no ha terminado de crecer, y ya llega hasta las tierras bajas, fuera de las montañas. De hecho, casi un tercio de El Bierzo forma parte ya de Ancares. Alguno, sin consultar ni pedir permiso, ha incluido ya en Ancares incluso parte del territorio asturiano, llamando a Ibias “Los Ancares asturianos”. Parece que a muchos les gusta pertenecer a “Los Ancares” y con el prestigio de semejante marca, no es de extrañar. Pero al ritmo al que va la ampliación de territorios, visto que ya el Alto Sil –según la Junta de Castilla y León- es también Ancares, va a llegar un día en que la porción de terreno desde las Rías Baixas hasta las Merindades de Burgos sea todo Ancares.
Independientemente de las anexiones involuntarias al terrritorio de Ancares, ¿qué magnetismo tiene esta sierra galaico-leonesa para que haya tantos que quieran apuntarse orgullosos a ese club?
De derecha a izquierda, Pico Cuiña (techo de la sierra de Ancares, con 1.992 metros), El Campanario y El Mustallar / Mostallar / La Mostallal
Para responder a esas tres preguntas, Julio Álvarez Rubio, que resucita de entre los quietos para cortar un silencio bibliográfico que duraba ya tres años, nos presenta un nuevo libro, esta vez sobre las dos vertientes de la sierra de Ancares: Ancares en coche y a pie. Un libro lleno de color y magníficas fotografías de paisajes y edificaciones, adornado con la culta –aunque amena- escritura de Julio, y que no es posible terminar de leer sin haber soltado alguna sonora carcajada ante sus ocurrencias o la forma que tiene de contar las cosas. Casi todas las fotografías son de Julio, pero el trabajo de cuarto oscuro es obra de Roberto Calvo Suárez, que ya le acompañó con mayor proporción de fotografías en sus últimos tres libros, y que también colabora en trabajos sin ánimo de lucro locales, como por ejemplo las fotografías de una reciente exposición de trajes regionales en Villablino o como las de un pequeño libro sobre Laciana del que ya se informó en este blog en su momento.
Excursión multitudinaria en la cima del Miravalles
La sierra de Ancares y sus aledaños neo-ancareses son diseccionados con diez rutas motorizadas y otras catorce para la Infantería Ligera, algunas de ellas para casi cualquiera y las otras, largas marchas para los más curtidos. A mí particularmente me fascina de Ancares la belleza de sus bosques, como los del valle de Burbia, del desfiladero de Balouta, los del entorno del Cuiña al final del valle de Ancares, los abedulares del Botete, el bosque del valle de Ortigal o el de Suastallas en Porcarizas, entre otros muchos. Raro es que a alguien no le llame la atención la colección de pallozas que aún se conservan en el conjunto total de pueblos de las dos vertientes, aunque ya mucho menor de la que existía hace tan sólo una década. Pero todo eso no debe de ser suficiente, porque Ancares siempre ha tenido una atracción especial que otros territorios que ofrecen tesoros similares no tienen o no saben –o no pueden- crear. Con este libro y las ganas de emplearlo a fondo sobre el terreno, seguro que descubrimos cuál es la esencia secreta de la sierra de Ancares.
Estamos de enhorabuena: nuevo libro de Don Julio, nueva entrada de A. (apunto: "a punto"). Pueden ser éstas, "poderosas razones para viajar" y conocer "pueblos, paisajes y paseos" diversos, y /o simplemente disfrutar de un inteligente relato trufado de anécdotas, leyendas, personajes; nuevos relatos y caminatas por (otros) valle(s) espléndido(s).
ResponderEliminarHay mucho territorio por el noroeste para explorar aún. Por cierto, se te echó en falta en el último encuentro bloguero en Chez Sastre. Un saludo
ResponderEliminarNo me había enterado de esta publicación, gracias por ponerlo aquí. Hoy mismo la compraré. No hay muchas guías decentes sobre Ancares a pesar de la notoriedad de su nombre.
ResponderEliminarEn bosques como Ortigal, Suastallas, Barantés y no te cuento el Hayedo de Prado del que hablas, es difícil encontrarse con alguien. La gente tiene hacia las montañas obviando estos rinconcitos tan fabulosos. Incluso hay domingos del verano que a la zona del Cuiña no sube nadie, en cambio hay otros que puedes encontrarte unas 30 personas.
Como comentas, hay un página sobre los Ancares en el que incluyen municipios del Bierzo tan lejanos como Oencia, Corullón o Sobrado. Así que no es de extrañar que incluyan a Villafranca o Vega de Espinareda. Una barbaridad.
Creo que los Ancares son más conocidos debido a la promoción gallega que hacen de los mismos beneficiándose la parte leonesa y más auténtica. La mayor parte de los visitantes que me encuentro en las montañas son gallegos. Los de este lado siempre estamos los mismos.
Saludos.
La parte gallega de la sierra está mucho más cuidada, mucho más desarrollada turísticamente y mucho más promocionada por su gobierno regional que la leonesa. Balouta era no hace muchos años como Piornedo, y ahora Piornedo es un pueblo-museo mientras que en Balouta ya no saben cómo hacer para pedir ayudas económicas para mantener las pallozas. Como la Junta de Castilla y León siga sin hacer sus deberes con los pueblos leoneses de la sierra de Ancares, Ancares va a ser dentro de poco sólo Galicia.
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