jueves, 25 de junio de 2009

La Raya de Camposagrado


El camino hacia las lagunas de Chagüeños

Hay un lugar espectacular, en una escondida esquina de Cerredo, donde Degaña se junta con la provincia de León. Es donde está el único hayedo del concejo de Degaña, en un paraje donde se agrupa un número considerable de tejos, y donde las laderas de las montañas caen casi en vertical sobre el fondo de las vallinas. Por allí discurre el sendero que asciende hasta las lagunas de Chagüeños, para mí la ruta a pie convencional más hermosa de toda Degaña.


Las peñas de mármol junto a Las Corradas, por su lado amable y dulce


El otro lado, más rudo y sobrecogedor, donde estaban las antiguas canteras

Más al este, hay un definido collado que da paso desde Cerredo a la cabecera del valle de Fontaninas, a cuyo inicio está el pueblo leonés de Tejedo del Sil. Este collado se llama la Raya de Camposagrado, siendo Camposagrado una enorme extensión herbosa y llana más allá del collado. Para subir desde Asturias hasta la Raya, la ruta habitual -hasta hace pocos días no sabía que la única- es la que parte de La Collada -Puerto de Cerredo-. En numerosas ocasiones había visto que por la vaguada que se forma desde la Raya hacia Cerredo, existían diversas líneas claras de sendero que se perdían más allá de lo que la vista alcanzaba. Estaba claro que el ganado venía del núcleo de Las Corradas por esos senderos. ¿O no? Para averiguarlo, hace unos días me dirigí hacia allí.


Mirador hacia los tejos de la ruta de las lagunas de Chagüeños, ruta que atraviesa este bosque

Dejando el coche en el aparcamiento donde se inicia la ruta de las lagunas de Chagüeños, al pie de los peñascos marmóreos donde se oculta la Cueva Fonchada, tomé la citada ruta. Me había fijado ya más veces en tenues líneas que denotaban sendas en la cara norte de una de las dos moles calizas, y que se dirigían hacia la pequeña brecha de Entrecastiechos. Pero tenía la impresión de que debía de haber algún sendero aún más marcado en la otra vertiente del macizo de mármol. Siguiendo la ruta de las lagunas, unos veinte metros antes de llegar al mirador con barandilla de madera en frente del cual están los primeros tejos, una muy poco clara senda parte ligeramente hacia la izquierda, casi paralela a la ruta de las lagunas. Poco a poco, el sendero se va haciendo más visible, aunque la abundantísima hierba de este año llegue a ocultarlo a la vista en muchos puntos. Ésta es la senda que yo buscaba, claro. Poco a poco, va ganando altura, paralela al arroyo que viene desde la Raya. Pero, apenas 500 metros después del inicio, al llegar a un campo de helechos, el sendero se evapora.


En parte por las precipitaciones de este año, y en parte por falta de uso, el sendero que tomo desaparece poco después


De los pacíficos helechos, a las menos pacíficas escobas, y terminando por las belicosas zarzas y ortigas. Al fondo, el collado de la Raya de Camposagrado

Intento seguir de frente, pero justo ahí, la ladera cae en picado hacia el río. La vista hacia el otro lado del valle, ya desde el inicio de la andadura, es fabulosa. Las últimas hayas se unen y entremezclan con los tejos y los primeros abedules, creciendo sobre laderas muy abruptas. Por arriba ya se ve la cima del Pico Chagüeños -marcado erróneamente en muchos mapas como Peña Mayor, que está más al oeste-, a cuyos pies se encuentran las lagunas. Volviendo al campo de helechos, ya que de frente no era posible continuar, asciendo ladera arriba por fuerte pendiente, hasta que veo un tramo de pendiente más razonable para seguir avanzando en la dirección inicial. Avanzando un poco me encuentro de nuevo el sendero perdido, pero que de nuevo vuelve a desaparecer. Encuentro, en un tramo de piornos, el suelto completamente levantado, pero no al modo en que lo levantan los jabalíes. Es muy extraño. Avanzo campo a través un trecho hasta que encuentro otro sendero, que viene desde la brecha de Entrecastiechos, muy próxima a donde me encuentro ahora. Así que la ruta correcta iba en realidad por el otro lado de la montaña.


El Pico Chagüeños (1.838 m.), que ha hecho fortuna en muchos mapas y publicaciones con el nombre erróneo de Peña Mayor, que está dos kilómetros más al oeste


Vista atrás, hacia las peñas de mármol y el hayedo

Pues tampoco, porque mi flamante recién encontrado sendero se mete en un campo de ortigas y me abandona. Dicen que si coges una ortiga con la mano aguantando la respiración, no resulta urticante. Yo lo he visto hacer, pero nunca me he atrevido a hacerlo. Lo que sí puedo prometer y prometo es que con las piernas no funciona. A pesar de caminar metros y metros con la respiración contenida, me ortigué las dos piernas de arriba a abajo, por delante y por detrás, aunque llevaba pantalón largo. No había otra posibilidad: o cruzar ortigas o dar la vuelta. Ortigas a la derecha, a la izquierda, el cortado del río más a la derecha, o las peñas de mármol más a la izquierda. Después de las ortigas, la pendiente se acentuó, que me obligaba a tener que agarrarme a los matorrales para avanzar con seguridad. Por debajo, ya empezaba a resultar peligroso. ¿Por dónde narices suben las vacas hasta los senderos que llegan a la Raya? No entendía nada.


Con tan formidables ortigas que atravesar, es perentorio vestir unos gruesos pantalones de pana. Como es verano, lógicamente, no los llevo (aunque tampoco en invierno). Así me fue


Por fin, terreno favorable. La loma herbosa donde siempre vi las sendas de ganado, que pensé que llegarían hasta abajo. Pan comido. Ah, no, espera, ¿qué hay antes? ¿el tajo de un arroyo? Cachis en la mar...


Bajar hasta el tajo del arroyo no fue tarea fácil. Salir, tampoco, especialmente por las hortigas

Enfrente de mí, por fin, la pequeña loma herbosa que baja del collado, siempre verde, donde están los susodichos senderos. Pero entre la loma y yo, un profundo tajo por donde baja un arroyo. Por la izquierda empieza el bosque y el brezo, y no tiene buena pinta. De frente, un delicadísimo descenso de sólo veinte metros de desnivel, pero casi vertical y lleno de hierba. Cualquier cosa menos volver atrás y cruzar el campo de ortigas de nuevo. Con todas las precauciones del mundo, tardo varios minutos en llegar junto al arroyo. El último metro es directamente vertical. Cuando lo estoy descendiendo, resbalo un poco y mecánicamente me agarro al primer matojo que encuentro... AAAAAAARGGGGHHH.

Me agarré con todas mis fuerzas, asiéndolo bien con la palma de la mano, lo que resultó ser... una ortiga. Me ardía la mano entera, mientras permanecía en el poco profundo cauce del arroyo, estudiando el siguiente paso. No parecía desde arriba que salir por la otra orilla fuera tan complicado. El sitio más fácil está bloqueado por una barricada de gigantescas ortigas. El resto no es nada fácil. Clavando los dedos de una mano en la arena, y subiendo una pierna hasta un saliente a la altura de la cintura, con un paso de decisión de los que hacen crujir la rodilla, consigo subir el escalón. Ya está.


Ya en la loma herbosa, relajante, mirando de nuevo hacia atrás

Llego hasta el borde de la verde loma, muy hermosa, y contemplo, mirando hacia atrás, el recorrido que he hecho desde que perdí el sendero en el campo de helechos. Si no lo hubiera recorrido, diría que eso no se puede recorrer. Mete miedo. Tomo una de las sendas que buscaba hoy, y ahora veo que todas mueren aquí, lo que quiere decir que las vacas descienden hasta aquí y nada más. En la entrada del bosque, más abajo, se ve claramente otro sendero, pero viendo el profundo tajo que hay en medio, no seré yo el que baje hasta allá abajo. Desde la loma al collado se tardan sólo unos minutos. En la Raya, un cartel de prohibido el paso que lleva allí ya un par de años. Me dijo un vecino de Tejedo que era para que no subieran el ganado desde Asturias, pero la cerca que recorre todo el monte impide de todas formas el paso de las vacas, así que no sé.


La Raya de Camposagrado, que da acceso al valle de Fontaninas, en el Alto Sil, uno de los valles más valiosos medioambientalmente


El Cueto del Oso (1.902 m.), con nieve a 1.800 metros casi en el mes de julio

De regreso, tomo el sendero habitual hasta La Collada, que atraviesa un pequeño pero vistoso abedular. Unos metros antes de La Collada, un mastín duerme a mi derecha entre las vacas. Circulo por la hierba, para no meter ruido y poder zafarme de él antes de que perciba que estoy en su territorio. Cuando llego a la carretera, otros dos mastines que no había visto, y que estaban a mi izquierda mientras yo miraba al mastín dormido, comienzan a ladrar. Me acordaba de un texto en internet que me envió Jorge en el que unos montañeros que pretendían iniciar la ruta en La Collada se amilanaron ante estos mastines y desistieron de intentar seguir. Para descender hacia Las Corradas, tengo pensado utilizar la ruta más corta, que va por un camino aprovechado por el GR 203, bautizado 'Por donde camina el oso' y que yo he rebautizado 'El Fiasco del Suroccidente'.


De la Raya de Camposagrado hacia La Collada de Cerredo


Un último vistazo hacia la Raya, antes de comenzar el descenso

De frente, una estructura metálica, a modo de techumbre para el ganado, junto a la que pasa el camino. Junto a él, un gigantesco mastín, despierto, junto a otro dormido. Doscientos metros a su izquierda, dentro de la misma finca, los dos mastines anteriores, más el que dormía algo más allá. Una cosa es avanzar hacia un grupo de ovejas o vacas protegidas por mastines, en campo abierto, y otra muy distinta es hacerlo en un lugar que es territorio fijo de perros guardianes. ¿Cómo le explico yo a cinco mastines que estoy simplemente de paso por su territorio y que no tengo aviesas intenciones? Las vacas y los mastines estaban aquí antes de que Antoñito 3en1 (ideador-ejecutor-balizador) señalizara el GR 203. Me pregunto, -si es que alguien hace esta ruta por etapas-, qué pasa cuando alguien llega hasta aquí y se encuentra en esta situación.


Hermosos abedules en las proximidades de La Collada (puerto de Cerredo)


La niebla asturiana se apodera del Cueto de Arbas

Con mis nulas dotes diplomáticas, estaba fuera de toda duda un intercambio de opiniones con los perros, así que me pegué el largo y peligroso rodeo de descender por la carretera del puerto. Lo de largo es lo de menos, porque dos kilómetros más no matan a nadie, pero caminar por una carretera sin arcén donde los camiones de la mina pasan a velocidades de pánico, es una experiencia sumamente desagradable. Aunque vinieran por el otro sentido al que yo caminaba, aunque los viera llegar y supiera que no había ningún peligro, a tres metros de distancia, cada uno de ellos me ponía la carne de gallina. Lo mejor era cuando subía un camión y se cruzaba con otro justo a mi altura, que me obligaban a saltar el quitamiedos, por falta de espacio.


El área recreativa en La Collada

En fin, una ruta desagradable en el ascenso, y desagradable en el descenso. Si la muestro aquí, es para que, a menos que te gusten las impresiones fuertes, sepas que no es nada recomendable. También, por mostrar la indómita belleza de Degaña, y uno de sus rincones más salvajes.


Por el otro lado de esta montaña discurrió la jornada descrita. Hermosísima Degaña




Mapa extraído de Google Maps con la ruta realizada en trazo rojo. Pulsar en la imagen para ampliar



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6 comentarios:

  1. ¡Qué alivio que lo hayas hecho tú antes! Llevaba tiempo pensando en meterme por ese sitio de gran belleza y que desde abajo parece fácil. Ya sé que no.

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  2. Me imagino que el picor de las ortigas se pasará al llegar a un lugar tan "religioso" como Camposagrado. La Penitencia ya la tuviste durante el recorrido.

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  3. Ortigas,mastines, tramos difíciles... creo que ese día te olvidaste en casa el disfraz de Indiana te habría ido mejor. Ya sabemos a qué atenernos si nos acercamos por ahí. Por lo demás preciosos valles y fotos.

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  4. - Carlos: me alegro ser útil por fin en algo. Si vas, lleva el traje de buzo
    - José: leí en un lugar que el nombre de Camposagrado seguramente procediera del de Camposangrado, por una gran batalla que allí aconteció supuestamente, y que dejó el campo lleno de sangre. Y el picor de la mano tardó horas en marcharse
    - Eminosuke: creo que ni con el disfraz de Indiana. Pero el entorno era tan grandioso, que no me arrepiento de la experiencia

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  5. hola , soy de cerredo y me permito aconsejar para subir a la laguna de chagüeños salir desde cerredo. por este lado no encontraras lo que por desgracia encontraste por el otro.

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  6. Sí, conozco bien la subida a las lagunas, pero me apetecía conocer este otro recodo, sin intención posterior de subir a ellas. Un saludo y gracias

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